Dios ama la disposición de tu corazón de temer su presencia, guardar su palabra, y desear su amistad. Cuando buscas a Dios de todo corazón, su promesa es la bendición.
En Isaías 58:4-5 (NTV) dice: “¿De qué les sirve ayunar, si siguen con sus peleas y riñas? Con esta clase de ayuno, nunca lograrán nada conmigo. Ustedes se humillan al hacer penitencia por pura fórmula: inclinan la cabeza como cañas en el viento, se visten de tela áspera y se cubren de cenizas. ¿A eso le llaman ayunar? ¿Realmente creen que eso agrada al Señor?”. No hay ninguna cosa que podamos hacer para intentar persuadir a Dios que nos deba bendecir, si ayunamos con el fin de obtener beneficios de Dios, pero nuestro corazón no tiene una actitud correcta hacia Él, será en vano. Dios valora la inclinación que tenemos para respetar su palabra y su persona, valora la predisposición verdadera en querer obedecer, deseando tener su amistad en todo momento. Busquemos a Dios porque deseamos estar con Él, entendiendo que es todo en nuestra vida, y no solo porque deseamos algo de Él. La religiosidad es apariencia, es hacer sacrificios con el fin de manipular al Señor, buscando además, adulación de los hombres. La búsqueda de Dios que da resultado, parte de un corazón sincero, que no guarda envidia, odio, ni arrogancia, que tiene compasión de los demás, que tiene hambre de su presencia y anhela su amistad para siempre.
Hagamos esta oración:
“Dios mío, te pido que me enseñes a conocerme a mí mismo para ver aquello que debo cambiar con la ayuda del Espíritu Santo, y así poder agradarte. Deseo tener amistad contigo para siempre, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
