Devocionales

Empezando el día con el salmo 75, anhelando la dirección de Dios

¡Grande eres Señor, bendito sea tu nombre por los siglos de los siglos! Digno y glorioso, poderoso en batalla y clemente para con tus hijos. A voces exclamamos tu Santo Nombre y agradecemos cuán grande es tu victoria en la cruz, y tu gloriosa resurrección al tercer día.

Gracias Señor por el sustento de cada día, gracias por proveernos de calzado para hacer que nuestros pasos sean firmes, gracias por la vestimenta con la que nos cubres protegiéndonos del frío o del calor, gracias te damos por la provisión que nos das para que nuestros almacenes estén llenos de alimento; te pedimos que nos guardes de toda contaminación que viene de la exposición externa de cada comida, y nos ayudes Señor a crear hábitos saludables que le hagan bien a nuestro organismo.

Hago míos los versos 1 al 3, de tu poderoso salmo 75, en la Nueva Versión Internacional

Te damos gracias, oh Dios,

 te damos gracias e invocamos[a] tu nombre;

¡todos hablan de tus obras portentosas!

Tú dices: «Cuando yo lo decida,

juzgaré con justicia.

Cuando se estremece la tierra

con todos sus habitantes,

soy yo quien afirma sus columnas». Selah

 Te pedimos sabiduría para llevar rutinas sanas durante el día, valorando cada parte de nuestro cuerpo que fue creada con tu suprema inteligencia y que cuidadosamente la delineaste en nosotros, haciendo que funcionen correctamente al llenarlas de tu aliento de vida. Gracias Padre, porque tus ojos están en todas partes, y tus oídos están prestos para escuchar las oraciones de tus hijos, te damos gracias porque no nos desamparas, y siempre cuidas de nosotros.

Por eso entregamos todas nuestras cargas, y desechamos todo pensamiento de preocupación, angustia, afán y miedo al futuro, creemos en la promesa de nuestro Señor Jesús cuando nos dijo:

“…busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” (Mateo 6:33).

Es la razón, por la cual te buscamos hoy con todo nuestro ser, anhelamos tu dirección y que nos reveles nuestro destino profético, deseamos fervientemente que nos encamines a nuestro propósito. Revélanos tu justicia, y que queden inscritas tus leyes y soberanos mandamientos en nuestro corazón. Enséñanos en sueños y visiones la majestad, la belleza y la perfección de tu Reino.

Manten nuestra humildad, no permitas que nuestro corazón se enaltezca, pues no queremos ser como los que describes en los versos 4 y 5

«No sean altaneros», digo a los altivos;

 No sean soberbios», ordeno a los impíos;

No hagan gala de soberbia contra el cielo,

ni hablen con aires de suficiencia».

 

Jesús, nuestro buen Pastor, gracias por hacernos entender que, sin ti, estaríamos perdidos y desorientados, nuestra vida no tendría sentido si tu presencia no nos acompañará, cada logro, cada éxito nos lo has concedido, y en los momentos de fracaso tu has estado con nosotros enseñándonos a no darnos por vencido y perseverar en llegar a la meta.

Te agradecemos por todo lo que nos has entregado, te pedimos sabiduría para saber administrar los bienes materiales y la conciencia para discernir que mientras más nos acercamos a tu trono celestial, aún más seremos forjados y transformados a tu imagen y semejanza.

Señor, nos dejaste escrito: “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” (Mateo 6:21) queremos hacer de nuestras vidas una constante alabanza hacia ti, que nuestro mayor tesoro sea el darte gloria y honra a ti Padre, porque eres digno, justo, santo y eres nuestro Dios.

No hay otro como tú, no hay poder que se compare al tuyo, y no hay un amor tan grande como el tuyo.

Gracias Dios por tus promesas, toda célula de nuestro cuerpo las rendimos a ti, y declaramos tu bienestar y tu salud completa en nuestra mente, cuerpo y alma en el Nombre Poderoso de nuestro Señor Jesucristo.

 

 

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