La verdadera libertad espiritual se encuentra en la entrega total a Dios. Cuando somos esclavos del pecado, estamos lejos de la libertad que Cristo ofrece. Sin embargo, al aceptar a Jesús como nuestro Salvador y Señor, somos liberados de la culpa y la condenación del pecado. La verdadera libertad espiritual no es hacer lo que queremos, sino seguir la voluntad de Dios y obedecer sus mandamientos.

En Él encontramos paz, amor y felicidad verdadera. La verdadera libertad espiritual nos da la capacidad de amar a nuestro prójimo sin prejuicios ni discriminación, y de vivir una vida plena y satisfactoria. Debemos recordar que somos libres para hacer lo correcto, no para hacer lo que queramos.

La verdadera libertad espiritual nos lleva a una vida de humildad, servicio y amor a Dios y a los demás.