Devocionales

Orando por la salud de los seres queridos, con salmos poderosos.

Amado Rey, tú que eres el Soberano, el Gran Shaddai, el que alterna y altera los tiempos, el que sabe que es lo que nos conviene a cada uno, a tus pies me inclino Padre Celestial, el que conoce todas las fechas que no conoce ni siquiera el Hijo, solo el Padre.

Te aclamo amado de mi alma, tú, que eres capaz de cambiar resultados al último minuto, el que puedes desarraigar dolencias con solo pedírtelo con el más absoluto fervor y humildad del corazón.

Tú, mi Padre el Hacedor de milagros, el que levantas mis manos, cuando no tengo fuerzas. Hoy, pongo delante de tu Trono a mis seres más queridos, a los de avanzada edad, para que duerman en ti, sin sufrimiento alguno, y encuentren en ti el descanso del peregrino, como lo dice tu palabra en el Salmo 23.1-3

«El Señor es mi pastor; nada me falta. En verdes praderas me hace descansar, a las aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre.»

Te pido que los llenes de la fuerza que vierte sobre nosotros, tu Santo Espíritu, que como copa de verdad se derrama, y trae consigo al pan de vida, al que venció al Hades por nosotros. Abre los ojos de mis familiares, y amigos más cercanos, para que ellos puedan ver lo que TÚ me permites ver. Aparta de ellos el espíritu de duda, de queja, y siembra en ellos la Fé de los últimos tiempos, que ellos comprendan la razón de ser, y estar aquí.

Aparta de ellos toda cosa vana, y hazles enfocar en tu dirección amado mío; haz que ellos sientan esa paz de la que habla tu palabra en Salmos 28.7-9

«El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor. El Señor es la fuerza de su pueblo; es ayuda y refugio de su rey escogido. Salva a tu pueblo, Señor; bendice a los tuyos. Cuídalos como un pastor; ¡llévalos en tus brazos para siempre!»

Trae a la existencia esta palabra sobre ellos, y sobre todo aquel que tenga hambre y sed de ti, Señor Jesús, de beber tu salvación, pues los afanes del día los distraen, y no comprenden que ya tu venida está más cerca cada día, y no hay espacio para la duda.

Tú vienes por una Iglesia valiente en todos los sentidos y todas las áreas, una Iglesia que tenga la osadía y el denuedo para arrancar todo tipo de enfermedad, sea física, emocional, espiritual y de la mente.

Envía tus ángeles príncipes amado Dios, a formar muro de fuego alrededor de las personas que me asignaste a mi llamado, para que ellos alcancen a reaccionar y den pasos adelante, hacia el propósito que les diste en la tierra.

Aparta de sus ojos el letargo que produce el dolor, para que comprendan que estamos en el tiempo, en que debemos dejar que Tú, te glorifiques en nosotros, para que puedan surgir más creyentes de tu Gloria Sobrenatural.

Pon sobre ellos, barreras de protección para que el enemigo no los pueda hacer tropezar y caer, cuídalos como en tu Salmo 91.1-4

«El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!» Solo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!»

 

Espero con reverente temor tus respuestas Señor, concédeme el discernimiento para saber observar los cambios y acelera los procesos amado Dios, como te lo pido con Salmos 6.2-3

«Señor, ten compasión de mí, pues me siento sin fuerzas. Señor, devuélveme la salud, pues todo el cuerpo me tiembla. ¡Estoy temblando de miedo! Y tú, Señor, ¿cuándo vendrás?»

 

¡Ven, Señor Jesús, ven!

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