La trampa del desánimo
Vivir en el desánimo divide a la mente, haciendo difícil concentrarse en algo que no sea nuestro dolor.
HABACUC 1.2 ¿Se siente usted atrapado por el desánimo? Si es así, no es el único. En algún momento, todos experimentamos algún tipo de desilusión. La frustración es la reacción inicial normal.
Pero si le permite que permanezca durante mucho tiempo, puede convertirse en desánimo. Cuando es así, no hay ninguna sensación de gozo o alegría, no importa lo que usted haga.
Las circunstancias que desencadenan estas emociones pueden ser inevitables, pero nuestra manera de responder la decidimos nosotros.
Podemos dejar que la tristeza abrume nuestras almas, o enfrentar la situación con valentía y someterla a Aquel que puede ayudarnos.
Vivir en el desánimo divide a la mente, haciendo difícil concentrarse en algo que no sea nuestro dolor. Entonces la ira se convierte en habitual, y buscamos a alguien a quien culpar —ya sea a Dios, a las personas a nuestro alrededor, o a nosotros mismos.
La frustración que no se maneja bien puede convertirse en depresión, lo que a su vez puede alejarnos de los demás —la gente no disfruta de la compañía de alguien amargado y derrotado. Este aislamiento conduce a baja autoestima. Por último, podemos tomar decisiones equivocadas basadas en nuestras emociones, en vez de la verdad. Obviamente, elegir esta actitud autodestructiva no es lo que Dios quiere para nuestras vidas.
Aunque todos enfrentaremos el desánimo, no debemos regodearnos en él. En vez de eso, Dios quiere que le confiemos todo, aun nuestras expectativas no satisfechas y las tristezas más profundas. Recuerde que hay un propósito divino en todo lo que Él permite que toque las vidas de sus hijos (Ro 8.28).
Cómo vencer el desánimo
NEHEMÍAS 2.1-8
El desánimo puede robar la paz, la alegría y el contentamiento. Pero le tengo una gran noticia si se siente desanimado: ¡usted no tiene que seguir así!
He conocido personas que parecían estar en una situación irremediable. Pero unos años más tarde, estaban en una situación excelente, ya fuera en términos de sus circunstancias o de sus emociones. ¿La razón? Nunca se dieron por vencidas. En vez de entregarse a la autocompasión, optaron por creerle a Dios, dar un paso de fe, y salir del foso emocional.
Nehemías es un buen ejemplo. Tenía todas las razones para sentirse derrotado, pues su gente estaba en aprietos. Después de recibir la noticia de que el muro de la ciudad estaba destruido, este varón de Dios se sintió profundamente triste y desanimado. Y aunque el dolor inundaba su alma, clamó a Dios buscando su dirección.
La tristeza en la presencia del rey se castigaba con la muerte. Pero el Señor contestó la oración de Nehemías con un poder grandioso, lo que llevó al rey a notar el semblante triste de su siervo, y a preguntarle después qué podía él hacer para ayudarlo. Este milagro dio lugar a la reconstrucción del muro y a la liberación del pueblo de Dios. El Señor puede tomar una situación irremediable, sea cual sea, y cambiarla de maneras mucho más maravillosas de lo que usted pueda imaginar.
¿Vive usted en una espera ansiosa de lo que el Señor hará? ¿O ha decidido permanecer en las profundidades de la desesperación? Al igual que Nehemías, convierta su desánimo en una petición de ayuda a Dios. Él puede renovar sus esperanzas y evitar que las emociones negativas dominen su vida.