La verdadera belleza
¿Qué es la belleza? Las mujeres no dudaríamos en responder esta pregunta inmediatamente.
Tenemos la respuesta impregnada en la mente y el corazón. Rápidamente diríamos que la belleza es tener el peso ideal, estar delgadas, un rostro liso o un cabello sedoso. Relacionamos la belleza con nuestro aspecto exterior y con los patrones que el mundo ha establecido para definirla.
Vemos mujeres perfectas y hermosas en la televisión, anuncios desde el carro, portadas de las revistas y películas en el cine.
Allí encontramos claramente estos patrones que inconscientemente tenemos en nuestra cabeza y los utilizamos como punto de referencia para evaluarnos a nosotras mismas.
Existe una presión social para copiar estos modelos y alcanzar la belleza ideal. Muchas veces nos proponemos parecernos a estas mujeres y nos obsesionamos de tal manera, que terminamos haciéndonos un daño físico y emocional con consecuencias lamentables.
Yo quiero decirte hoy que Dios te ha creado especial y hermosa y ninguna creación de Dios es desagradable ni despreciable, sino es bendita, hermosa y única ante sus ojos. No hay dos mujeres iguales en el mundo. Cada una tenemos atributos y cualidades especiales en nuestro cuerpo y personalidad.
Por eso resulta frustrante y odioso tratar de parecerse a las modelos de las revistas. Nunca nos veremos como ellas porque somos diferentes. Puedes hacer una dieta muy exigente, perder 30 libras, broncearte en un spa, alisarte el cabello y verte extremadamente bella según los parámetros del mundo del modelaje y la televisión, pero te sientes vacía y triste porque no has resuelto el problema de verdad: lo que piensas de ti misma. ¿Cuánto te amas? ¿Cuánto te aprecias? ¿Cuánto te valoras?
Si tienes un alto concepto de ti misma, te sentirás hermosa y confiada con la ropa que sea y cuidarás tu aspecto sin obsesionarte. Si tienes tu autoestima lastimada, no importa lo que hagas, seguirás sintiendo que nunca es suficiente y verte al espejo será una tortura porque nunca encontrarás la imagen que quieres ver.
Dios te ama inmensamente tal y como eres y cuando entendemos este amor, somos capaces de aceptarnos como somos y desarrollar una confianza y seguridad plenas para enfrentar el mundo. Es este amor de Dios el que nos permite amarnos a nosotras mismas para luego poder amar a los demás.
Esta confianza en ti misma proviene de tu confianza en Dios. Una sana autoestima, que no es más que el concepto agradable y especial que tienes de ti misma, es lo que te va a permitir lograr lo que te propongas, aceptarte como eres y mantenerte hermosa sin que esto te cause estrés ni dolor en tu corazón.
Serás feliz cuando cada mañana te mires al espejo y le des gracias a Dios por tu vida, por tu salud, por tu rostro, por tu cuerpo. Comprométete contigo misma para cuidar tu cuerpo y mantenerte bella, pero entiende que la verdadera belleza proviene de lo que eres. La seguridad y confianza que Dios te da en tu misma es lo que irradias en tu rostro y así es como te vas a ver hermosa siempre. Esta es la belleza que cautiva el corazón del hombre y de todo ser humano. Esta es la belleza de verdad.
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