Lo inesperado en segundas nupcias
El amor de Cristo nos capacitará para poder transitar el territorio del segundo matrimonio.
By Dr. James Dobson
La muerte del sueño es la hebra común que recorre la trama de unas segundas nupcias o un matrimonio reconstituido. La mayoría de la gente no crece con el deseo de casarse más de una vez. El sueño típico es encontrar a la persona adecuada, enamorarse, construir una vida juntos y vivir felices para siempre. Sin embargo, para muchos, el sueño de "felices para siempre" fue interrumpido por la muerte o el divorcio. Así empezó el periplo de comenzar de nuevo.
Un matrimonio reconstituido es fundamentalmente diferente del primer matrimonio, porque es la unión de dos personas que han sufrido pérdidas y heridas en una relación anterior. Caminamos hacia el altar con un bagaje que nadie puede ver: sufrimiento y heridas emocionales del pasado que amenazan con impedir que volvamos a experimentar el verdadero amor. Los muros de protección que una vez construimos para soportar el dolor de la pérdida, ahora pueden hacer que centremos la atención en nosotros mismos y seamos incapaces de entregarnos por completo a otra persona. Mientras buscamos otra oportunidad en el amor, debemos darnos cuenta que es posible vivir esta nueva relación con espíritu de restauración y aceptación de lo que ahora es nuestra nueva realidad. La única forma de sobrevivir a las inesperadas idas y vueltas de un segundo matrimonio es poner sólidamente a Cristo en el centro de la relación.
La vida está llena de imprevistos. Eso se aplica particularmente a un matrimonio reconstituido. Esto suele comprender diversas circunstancias: nuevos lazos familiares que se están formando, antiguos lazos que luchan por sobrevivir, y malentendidos que surgen a lo largo del camino. Aun así, en medio de todas estas cosas, podemos aprender a confiar en el amor de Cristo. Su amor es lo que nos capacitará para poder transitar el desconocido territorio del segundo matrimonio.
En nuestra cultura, la vida se ha convertido en "primero yo" y mi búsqueda personal de la felicidad. Esta actitud egoísta ha afectado incluso el modo en que nosotros como cristianos vemos la vida. De acuerdo con las Escrituras, ésta no es la manera que debemos verla. En lugar de pensar que la vida es para nuestro propio placer, debemos vivir para agradar a Dios. Sin embargo, en un matrimonio reconstituido, suele suceder que, por heridas del pasado, dos personas se unen para intentar alcanzar la felicidad que parece esquivarlos. Los resultados pueden ser desastrosos si no se reajusta el foco para alinearlo con la verdad de la Palabra de Dios. Cuando nos enfrentamos con lo inesperado, necesitamos tener presente tres cosas:
1. Ser honestos con Dios, al decirle cómo nos duelen estas situaciones, cuán difíciles son de sobrellevar, y que no podemos hacer lo adecuado en nuestras propias fuerzas, entre otras cosas.
2. Hallar nuestra esperanza en la fidelidad de Dios, al decidir mantenernos firmes en las promesas de su Palabra, recordándonos la verdad y dejando que ésta traiga esperanza a nuestro corazón.
3. Humillar nuestro corazón y voluntad ante el plan que Él tiene para nuestra vida, pues la humildad es el camino que nos conduce a la verdadera libertad. Es tiempo de creer que Dios es quien dice ser y que podemos confiarle todo a Él.
Es importante recordar que nuestros desafíos, tanto en pensamiento como en circunstancias, no son únicos ni insuperables. Otros, en situaciones similares (o quizás peores) están aprendiendo a ser honestos y sostener con oración su matrimonio reconstituido. A medida que aprendemos a ser honestos con nosotros mismos, con nuestros cónyuges y con el Señor, también aprenderemos a convertir nuestra ansiedad y preocupación en oración y alabanza. Cuando confiemos en el Señor, se nos dará la paz que produce una nueva esperanza.
Dr. James Dobson es el fundador y presidente de la junta de Enfoque a la Familia. El material para esta columna es tomado de la Serie sobre el matrimonio de Enfoque a la Familia, publicada por Casa Creación.