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EL HOLOCAUSTO DEL RECHAZO
Arrasando nuestra sociedad, y con la fuerza de un huracán, se encuentra el tornado del siglo XX llamado rechazo. Las vidas se están perdiendo, los hogares y las familias están siendo despedazadas, mientras éste huracán esta ganando fuerza. El daño causado en la personalidad por este azote, inspirado por Satanás, es muy profundo, golpeando la misma raíz del ser humano.
Ser rechazado es cuando se niega el reconocimiento que te hace sentir amado y apreciado. |
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Cualquier trato, ya sea en abierta hostilidad o simple indiferencia, tanto si abusan de ti o te usan para beneficio de otro, es dañino. El resultado es que esto te hace sentir inútil y despreciado. Tal acción inconsiderada y sin amor sembrará semillas de profunda tristeza y producirá una cosecha de amargura e inestabilidad mental y emocional.
El daño causado por el rechazo es una de las principales causas de toda actitud rebelde a cualquier figura de autoridad, sea hacia los padres, la policía e incluso a Dios. Otra triste consecuencia es el incremento del número de violaciones, asesinatos y violencia en general.
Si un niño no es deseado por haber sido concebido fuera del matrimonio, por causa de una violación, o simplemente porque no
se le desea, de alguna manera inexplicable el feto puede sentir el rechazo. El orden Divino es que cada pequeño bebé debería nacer del amor, bañado de amor y criado en un ambiente amoroso de un hogar estable. Tristemente, esto no es una realidad porque el egoísmo inspirado por Satanás aumenta el sufrimiento humano sobre sus victimas indefensas.
La niñez y la juventud son a menudo una continua historia de destrucción cuando son expuestas a la negligencia o no protegidas con amor. El ser enmadrados o mimados puede ser tan perjudicial como el no dar claras directrices y libertad para desarrollar y descubrir su propia identidad. El informar a un niño que realmente nunca fue deseado, o decirle que lo hubieras deseado con un sexo diferente, es equivalente a apuñalarle con un cuchillo.
Si un niño nace “inconvenientemente” en un matrimonio de “empresarios”, cuya única meta es el logro material; o si simplemente es un embarazo no planeado en edad avanzada, la información, si es comunicada, puede producir una reacción en cadena de verdadero rechazo.
Una de las formas mas devastadoras de rechazo es la producida por una violación sexual, de la cual muchos nunca se recobran totalmente, el shock mental y las cicatrices emocionales a menudo permanecen incluso después de muchos años de matrimonio. El matrimonio también puede ser un auténtico campo de minas de continuas heridas cuando al compañero le son negadas cosas tan sencillas como el cuidado y el compañerismo, o incluso los derechos conyugales (1 Corintios 7:3-5).
El divorcio es la forma extrema de rechazo dentro del matrimonio y a menudo el dolor y las heridas que muchos piensan que se pueden evitar con tal acción, resultan ser mucho peores que si se hubiera continuado honrando su pacto delante de Dios.
No hay una respuesta fácil ente tal circunstancia excepto buscar la gracia sustentadora de Dios (2 Corintios 12:9), y asegurarte que estás sometiéndote al Señorío de Jesús (Efesios 5:22-33).
Dios ha dejado suficientemente claro que El no tiene ningún hijo en su familia que no haya sido planeado, deseado y amado, porque hemos “sido elegidos en El antes de la fundación del mundo” (Efesios 1:4). Su soberanía y Su cuidado amoroso incluso planean los placeres y los problemas de tal manera, que “todas las cosas [aun lo malo] nos ayudan para bien, moldeándonos y haciéndonos como Jesús” (Romanos 8:28-31). Ya no tenemos que luchar y pelear para ser aceptados, porque somos incondicionalmente “aceptados en el amado” (Efesios 1:6). Su amor es constante, siempre el 100%, y nunca dependiendo de nuestros éxitos o fracasos.
El nos suple de fuerzas tan abundantemente que somos plenamente capaces de “andar delante de El en santidad y sin mancha” (Efesios 1:4). Y porque hemos sido redimidos (comprados) “por la sangre de Cristo” (Efesios 1:7), no solo somos infinitamente preciosos para Dios, sino que nuestros pecados han sido perdonados y olvidados, enterrados en el mar de su gracia infinita. Nada, absolutamente nada, nos separará jamás de su amor (Romanos 8:38,39).
Podemos descansar en la seguridad de que su gran “sabiduría e inteligencia” (Efesios 1:8) es suficiente para frustrar todos los planes de Satanás e incluso ha quitado el aguijón de la muerte. Pablo dijo,
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).
Si Dios nos acepta, ¿qué importa quien nos rechace? Todo esto es para la gloria de Dios –“la alabanza de su Gloria” (Efesios 1:6,12, 14), sabiendo que siempre estaremos rodeados de Su asombroso amor. Ya no tenemos que esforzarnos por conseguir su amor, sino que la vida del Espíritu se convierte en un río que nos arrastra con su irresistible poder y su fuerza sustentadora.
Los himnólogos y poetas se han esforzado por expresar el eterno, incondicional y totalmente desinteresado amor de Dios, pero la mente humana nunca podrá expresar con totalidad su magnitud y grandiosidad.
Amado soy con amor eterno,
Guiado por gracia conozco ese amor
Que el Espíritu sopla desde lo alto,
Tú te has mostrado así.
Oh que plena y perfecta paz,
Oh este mover todo Divino,
En un amor que no puede cesar,
Yo soy de El y El es mío.
El firmamento es más suave y azul
La tierra más dulce y verde,
Algo vive en cada matriz.
Sin los ojos de Cristo nunca hubiera visto
Los pájaros mas gozosos cantar,
Las flores con profunda belleza brillar,
Yo soy de El y El es mío
Cosas que antes eran de fiero espanto
Ahora ya no pueden estorbar mi descanso,
Rodeado de brazos tiernos,
Recostado en el pecho amoroso.
Oh descansar para siempre ahí,
Duda y preocupación y resignación.
Mientras El susurra a mi oído,
Yo soy de El y El es mío.
Suyo para siempre, solo suyo,
¿Quién al Señor y a mi nos separará?
Ah, con qué descanso de felicidad
Cristo puede el amoroso corazón llenar.
Cielos y tierra pueden desaparecer y huir,
Luz del alba en tinieblas declinar.
Pero, mientras Dios y yo seamos,
Yo soy de El y El es mío.
(G. Wade Robinson)
No hay herida de rechazo en tu vida que no pueda ser sanada por el amor incesante del Calvario. Tu tensión mental y cicatrices emocionales pronto desaparecerán. No hay herida que no pueda sanar. Ningún corazón destrozado que no pueda ser sanado. Ninguna prisión de circunstancias que pueda tenerte preso. Ninguna pobreza de espíritu o necesidad de la vida podrá limitarte o contenerte. (Lucas 4:18,19).
Levántate y goza de un amor que palabra humana alguna puede describir, ni mente humana puede comprender, o imaginación en toda la tierra puede ver, Dios te ama. Aunque sea indescriptible, no es totalmente desconocido, porque en la medida que el Espíritu Santo “nos ayuda en nuestras debilidades”,(Romanos 8:26) nosotros podemos, aunque sea en parte, “conocer el amor Dios que sobrepasa todo entendimiento” (Efesios 3:19).
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Su anchura es tan amplia que abarca a quien sea.
Su largura tan larga, ¡que se extiende desde la eternidad hasta la eternidad!
Su profundidad tan profunda, ¡que alcanza al más desgraciado!
Su altura tan alta, ¡que nos levanta a los lugares celestiales para sentarnos en el trono con Jesús!
Acéptalo, disfrútalo, regocíjate en el amor de Dios.
Nunca jamás pienses en el rechazo. |
Capitulo 8 Más sobre las heridas del rechazo
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