Cuando Dios quiere que hagas algo, primeramente te va a hablar por las buenas, pero si no lo obedeces se hará escuchar por el rigor, como todo padre que da una orden y sus hijos no quieren obedecer. Esto Jonás lo vivió en carne propia cuando el Señor se valió de una enorme ballena y de un pequeño gusano para lograr que hiciera lo que tenía que hacer. Si Dios te da una orden tienes que obedecer aunque no te guste, aunque no lo “sientas”, aunque estés cansado o con temor, porque la obediencia traerá la bendición y abrirá las puertas de los cielos en todas las áreas de tu vida.