Devocionales

La esperanza abre el camino donde parece no haber ninguno

Por Norman Vicent Peale

¿Por qué será que la esperanza es tan importante? ¿Por qué la colocó Jesús al lado de la fe y el amor? Tal vez es tan simple como esto: Aún cuando parece frágil y desesperada, la esperanza es la expectativa de que lo que se desea se puede lograr. La esperanza piensa que todo saldrá bien, que sí existe un futuro seguro, que el bien vencerá. Como nos dice la Biblia, “somos salvados por la esperanza”. Jamás hemos necesitado tanto estar llenos de esperanza como hoy en día. La esperanza se eleva sobre la situación económica difícil, sobre la percepción de que los valores de nuestra sociedad se van deteriorando y sobre el espectro de guerra. Si usted tiene esperanza inspirará a otras personas también a tenerla y entonces, otros seguirán. Mantenga firmemente la esperanza y ¡hágala milagrosamente contagiosa! Comunique sus más íntimas esperanzas a Dios, crea que Él las escuchará y responderá con lo que sea mejor para usted. Nada derrota a la esperanza.

Usted seguramente sabe el viejo dicho de que “donde hay vida hay esperanza”. Pero yo sé uno aún mejor. Solamente hay que invertirlo: “donde hay esperanza hay vida”. Usted nunca será vencido, nunca será derrotado, si tiene esperanza. La esperanza auténtica, la esperanza salvadora, es la esperanza en Dios. No es la esperanza ciega, ni la egoísta, sino la esperanza en Dios. Es Dios quien da poder. Dios es la gran fuerza renovadora. Tenga a Dios en su corazón. Si Él llega allí, la esperanza llega también. Mantenga esto en mente cuando está agobiado con las dificultades, las tristezas, las enfermedades y los problemas. Recuerde que, como la primavera, la esperanza siempre vuelve.

¡Esperanza! ¡Qué palabra tan magnífica! Dígasela a usted mismo como el último pensamiento antes de acostarse; repítala como el primer pensamiento en la mañana. Permita que se infiltre en su subconsciencia. La esperanza resolverá todos sus problemas. La esperanza resolverá los problemas del mundo. La esperanza garantizará que usted permanezca lleno de vida toda su vida.

Salga y disperse la esperanza mientras camina por la calle –la esperanza para el mundo, la esperanza en Dios, la esperanza en el futuro.

«Lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios nos llama a recibir».
( filipenses 3:13-4 )

Un amigo me dijo el otro día, “Tienes que aceptar a las personas tales como son”. “Yo no creo en eso”, le respondí. “Yo no creo que debemos aceptar a las personas tales como son. Debemos aceptarlas como ellas pueden ser, como ellas deben ser”. Nunca se diga a usted mismo “Esto es así. Esto es lo que yo soy. Debo aceptar lo que soy”. En cambio, acepte su propio potencial. Si tiene la expectativa de obtener su potencial, si espera obtener su potencial, usted podrá alcanzarlo. La expectativa y la esperanza harán surgir el potencial que usted lleva adentro. Tenga la esperanza y la expectativa de tener una vida creativa y productiva.

«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad».
( juan 8:12 )

Haga un inventario de sus alegrías. Siéntese con lápiz y papel y escríbalas sin olvidarse de lo común –una silla cómoda, la casa o el apartamento donde vive, las caras de sus seres queridos. Vaya afuera e inhale profundamente cinco veces el aire puro y fresco. Note todas las cosas bellas a su alrededor: la luz del sol que se transmite a través de los árboles y cae sobre un césped verde bien mantenido, un tren iluminado pasando rápido en la noche, la luna radiante iluminando el campanario de una iglesia, el crujido de la nieve cuando usted camina sobre ella en un día frío de invierno. Haga un favor inesperado a alguien y note la feliz sorpresa y la gratitud que ocasiona. Esto le llenará de alegría. Aprenda de memoria un himno favorito y ¡cántelo mientras se ducha! Componga su alma por la noche pidiendo a Dios que le perdone por cualquier mal que pudiera haber cometido. Entonces agradézcale por Su bondad. Una felicidad silenciosa penetrará en su alma. Usted dormirá pacíficamente y a la mañana siguiente se levantará renovado.

«Y cuando me busquen de todo corazón, ¡me encontrarán!»
( jeremías 29:13 )

¿Qué profunda es su creencia? ¿Cree usted superficialmente —sin profundidad ni compromiso? El libro de Jeremías nos asegura que los que son verdaderos creyentes tendrán un futuro lleno de esperanza —un futuro pleno. ¡Yo creo en ello! ore en grande. Piense en grande. Su vida será en proporción a cuánto usted cree. Jesús dijo: “Todo es posible para el que cree” ( marcos 9:23 ) . ¿Qué significa esto? ¿Que la persona que cree conseguirá todo lo que desea? No. Lo que Jesús dijo es que si usted cree en grande usted mueve lo que está en el campo de lo imposible al campo de lo posible. Si usted cree en términos limitados, conseguirá poco. Así que crea en grande y esté abierto a todas las posibilidades que Dios tiene para usted.

Si usted se entrega de todo corazón a sus hijos, a su matrimonio, a su trabajo, a su futuro y a sus esperanzas, usted vivirá una vida grande, llena de satisfacciones.

«Les aseguro que si tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, le dirían a este cerro: Quítate de aquí y vete a otro lugar, y el cerro se quitaría. Nada les sería imposible».
( mateo 17:20 )

Comience cada día, cada semana, cada año y todas sus tareas con la anticipación de que todo va a salir bien. Las ideas positivas producen salud y vitalidad. Hoy y cada día que usted necesite valentía, enfóquese en la palabra entusiasmo.

Entusiasmo viene del griego en theos que significa “en Dios”. Cuando invita a Dios a estar con usted, usted se llenará con el poder de Él. Si usted se encuentra decaído y sin vitalidad, quite de su mente todas las preocupaciones y angustias para así poder concentrarse en Dios. Recuerde que Él lo ha creado y que Él tiene un plan para usted. Recuerde que si Dios está con usted ¿quién puede estar en su contra?

«Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco».
( hebreos 6:19 )

Un hombre de negocios me contó acerca de una experiencia que cambió su vida. Pensaba que tenía un gran futuro en un trabajo que le gustaba mucho; pero, de repente, se encontró sin trabajo. Estaba destrozado. Oró a Dios con una plegaria diciendo, “No entiendo por qué he perdido mi empleo, pero sé que Tú tienes una respuesta para mí. Así que voy a pensar que hay algo mejor esperando por mí, y que la única manera en que podrías dármelo fue haciéndome salir de la situación en la que me encontraba”. Hizo una lista de cien ejecutivos de compañías que él admiraba y entonces escribió una carta a cada uno indicando como su experiencia podía ser útil. Les dijo a ellos exactamente todo su historial de empleo, revelando, tan honestamente como pudo, sus puntos débiles y fuertes. Nunca perdió la esperanza de que algo grande pudiera provenir de sus dificultades. Sucedió que consiguió siete ofertas, una de las cuales lo condujo precisamente a lo que él podía hacer mejor.

«Ahora no podemos verlo, sino que vivimos sostenidos por la fe».
(2 corintios 5:7 )

El hombre afligido que estaba enfrente de mí en un restaurante en Ithaca, en el estado de Nueva York, casi no podía hablar. Cuando lo invité a sentarse a charlar, me dijo que sólo había una cosa que deseaba ver en su vida –que su hija consiguiera una educación universitaria. Pero, él admitió tristemente, “Nunca seré capaz de darle una porque no tengo el dinero, y no sé cómo conseguirlo”. “¿Usted cree en Dios?”, le pregunté. “Sí”, respondió. “Voy a la iglesia todos los domingos”. “Entonces”, le pregunté, “¿no ha oído que usted es un hijo de Dios, y que todas las cosas son posibles para usted?” “Sí”, dijo. “Quizás realmente nunca presté atención”.

Entonces le dije, “Pues preste atención ahora. Los años han pasado. Estamos en la primavera. Es el día de la ceremonia de graduación en la Universidad de Cornell. Los estudiantes que se gradúan están alineados para recibir sus diplomas. Y allí, aceptando su diploma del presidente de la universidad, está su hija. ¡No es magnífico!” “Sí”, exclamó, “¡pero es sólo un sueño!” “En vez de solo desearlo”, le dije, “tenga la esperanza de que será realidad. Piense en que se va a realizar”. Unos años más tarde, cuando su hija se graduó de la universidad, yo escuché acerca del mismo hombre anteriormente tan preocupado. Estaba contentísimo. Lo que él había imaginado y creído que iba a pasar, Dios había ayudado a que sucediera.

«Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; nuestra ayuda en momentos de angustia».
( salmos 46:1 )

La vida, como usted bien sabe, puede ser a veces muy penosa. Vivimos en un mundo donde hay dolor, sufrimiento, dificultades, problemas. Sin embargo, usted tiene dentro suyo un poder. Cuando las dificultades lo abrumen, recuerde que Dios está con usted, que nunca le fallará, que puede contar con Él. Diga estas palabras: “Dios está conmigo, ayudándome”. Yo creo que hay una relación directa entre los principios de la Biblia y las leyes del universo. Creo que si usted tiene fe y esperanza en una situación, no importa lo difícil que sea, usted podrá resolver sus problemas. La fe y la esperanza pueden resolver los problemas más desafiantes.

Cuando parece no haber esperanza en ningún lugar, llene su mente con fe, póngase en las manos de Dios, sométase completamente a Su voluntad como un servidor fiel, y entonces el universo se abrirá y la ley del suministro hará llover sobre usted todo lo que necesita. La esperanza abre el camino donde parece no haber ninguno.

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