Esteban Correa

La ley Universal de la Siembra y la Cosecha.

Por Esteban Correa

Dios estableció que todo lo que el hombre siembra, eso mismo cosechará. Nadie puede cosechar lo que no sembró. Si una maestra de escuela se comporto con su clase de forma dura, incomprensible, exigente e injusta ¿como puede pretender que sus alumnos la quieran y la recuerden bien?, muchas veces queremos cosechar donde no sembramos nada bueno.

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Tener en cuenta esta ley en nuestra vida nos hará sabios, a veces no nos damos cuenta que estamos sembrando, ya sean cosas buenas o malas, pero debemos estar concientes que en todo momento estamos sembrando. Las relaciones familiares son un ejemplo claro de siembra y cosecha, si con nuestros hijos somos críticos, exigentes y perfeccionistas produciremos una relación tensa, aunque el amor puede permanecer inalterable la relación se desgasta, y hace que los hijos quieras huir de sus padres, es mejor sembrar comprensión, perdón, tolerancia sabiendo corregir solo cuando sea necesario.

A veces los hombres quieren cosechar en sus mujeres lo que no sembraron, le son indiferentes, no las escuchan, no le dedican tiempo, pero pretenden que ellas estén siempre preparadas, listas y sonrientes para atender todas sus necesidades. Si no estás recibiendo cosas buenas, es mejor que pienses todo lo que has sembrado. ¿Qué pasaría si tienes un amigo que en distintas ocasiones te regala cosas valiosas y siempre se acuerda de ti? Seguramente con ese amigo no podrás ser tan desagradecido y olvidarte de regalarle algo en alguna ocasión especial.

En el ámbito de negocios las mejores empresas son las que dan siempre un extra a sus clientes, el mejor servicio, cordialidad, calidad y mucho más de lo que esperan, esto hace por consecuencia que esa empresa prospere porque se dedica a dar lo mejor; y todo eso vuelve.

El egoísta piensa que si da, pierde, pero es al revés, si da, gana. El egoísta entiende que tiene que retener y guardar todo, pero al dar siempre nos llevaremos el corazón lleno de alegría. Hay cosas que no tienen precio. Es raro que seamos indiferentes a quienes sembraron en nosotros porque se manifiesta una ley.

Cuando nos vaciamos estamos listos para ser llenos de nuevo. Si retenemos todo corremos el riesgo de que las cosas se pudran y se pierdan. Dar es abrir la puerta a un fluir, toda agua estancada corre riesgo de pudrirse, pero las aguas que fluyen entre ríos y mares tienen vida.

Ser generoso puede acarrear un riesgo que es atraer a los abusadores. Dar no significa dejarse aprovechar por los oportunistas, si das hazlo con sabiduría. Quienes quieren abusar dando lástima para sacarte algo, están produciendo que nadie les quiera dar. “La dádiva del hombre le ensancha el camino Y le lleva delante de los grandes”. Proverbios 18:1

Siembra, siembra y siembra, los hombres te recompensaran y Dios nunca te fallará. Aprende a sembrar de todo, un abrazo, un tiempo para escuchar, una palabra de ánimo, un regalo especial, una llamada para saludar a alguien, tus conocimientos, tu dinero, tu ayuda, todo. Dar debe ser nuestro estilo de vida, y dar para la obra de Dios es lo que desata la prosperidad, si damos a Dios que no vemos, también daremos desinteresadamente a los hombres. Dar a Dios te exaltará, dar para su obra te llenará de paz, salud y prosperidad.

En el reino de Dios hay registros minuciosos y ordenados de todos nuestros buenos actos. Si haz servido a Dios con alegría y dedicación por años, tu recompensa vendrá sin duda.

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