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Tradiciones atesoradas de la navidad

 

“HO, HO, HO”, tronó papa despertando a los muchachos la mañana de Navidad, y siempre a una hora estrafalaria. ¡Como antes del amanecer! El niño en él no podía esperar más, y el gritaba “ho, ho, ho” yendo y viniendo por el pasillo hasta que salíamos tambaleándonos de nuestras habitaciones. Entonces decía con un brillo en su ojo: “Creo que Santa ha estado aquí, ¡acabé de oír algo sobre el techo!” Ese resonante “ho, ho, ho” es una de las memorias más tiernas de mi niñez.

¡Gracias a Dios, su “ho, ho, ho” nunca paró! Una vez dejé el hogar, si pasaba las fiestas con mis padres, uno podía esperar escuchar el familiar “sonido del pasado” haciendo eco por el pasillo en la mañana de Navidad. Era algo muy sencillo pero definitivamente una tradición, y una en la que papá se deleita hasta el día de hoy, a la edad de 86 años.

Para algunos, el pronunciar “ho, ho, ho” podrá no sonar como la definición de una tradición, pero de acuerdo con Merriam-Webster, la misma es: un patrón habitual de pensamiento, acción o conducta heredado o establecido.

¡Cierro mi caso en lo que respecta a memorias de mi primera y favorita tradición navideña! Tristemente, algunas veces nuestras viejas tradiciones se disipan, pero siempre hay nuevas esperando ser creadas. ¡Y eso puede pasar cuando uno menos lo espera!
La tradicional colgada de calcetines sobre la chimenea cesó cuando los muchachos supimos que Santa vivía en nuestras mentes. Pero por accidente, aquella vieja tradición renació hace algunos años, pero esta vez para los “chicos más viejos” en la familia. Como si viajásemos atrás en el tiempo, de nuevo tuvimos calcetines rebosantes la mañana de Navidad.

Mientras hacía mis compras un año, constantemente me tropezaba con tazas y cosillas bonitas. Cada una de ellas parecía saltar y gritarme: “¡A mamá le gustaría esto!” O, “¿No le gustaría esto a la mamá de Jerry?” También fue durante una brecha generacional, así que ningún hijo estaría con nosotros para la festividad. Así que no habría calcetines colgando de la chimenea.

Finalmente no pude soportarlo más y comencé a llenar mis bolsas de compra con cositas diversas, y una taza única para cada persona. A continuación me sorprendí a mí misma comprando calcetines baratos como una forma de presentar estos regalitos especiales. Podía sentir el espíritu de la época remontarse en mí al evolucionar mi plan.

Una sorpresa de mañana de Navidad sería un evento tan inesperado y excitante. A duras penas podía guardarme el plan.

Todos tuvieron que mirar dos veces al deambular por el salón familiar bostezando y frotándose los ojos temprano en la mañana de Navidad. ¡Parecían un grupo de chiquillos dándose cuenta que Santa había estado allí! ¿Quién otro habría colgado y llenado aquellos calcetines?

¡Vaya si fue un gol! Todos expresaron deleite y asombro y parecían como una estampida de renos al correr hacia la cocina para lavar sus tazas para usarlas de inmediato.

No hubo discusión sobre hagamos esto cada año. La única pista de que continuaría fue que todos pidieron quedarse con sus calcetines. Desde ese momento estuvimos en marcha. Y esos calcetines de fieltro baratos pronto fueron reemplazados por unos más grandes y mejores. Sí, ¡a veces “más grande” es mejor!
Los calcetines para los “muchachos más viejos” se han convertido en una tradición principal de nuestra celebración navideña. Con un poco de pensamiento, es sorprendente cuántas cosas maravillosas se han hallado dentro. La mayoría son poco costosas, pero no siempre: CDs, DVDs, corbatas, llaveros, imanes de refrigerador, libretitas personalizadas, toallas de golf, perfumes, todo tipo de dispositivos, dinero en efectivo, medidores digitales de presión de neumáticos, ¡y hasta un localizador de madera en la pared para los que hacen mejoras a su casa ellos mismos!

En lo que respecta a mí, escoger el calcetín perfecto es mucho más mágico que comprar aquel regalo principal.
Un año, el regalo principal de mi esposo estaba enterrado en lo profundo del dedo de mi calcetín. ¡Qué mejor lugar para colocar una pieza de joyería! Casi me desmayo, ya que había sido muy generoso con los regalos en la Nochebuena. Estaba tan contento consigo mismo que se puso insoportable. Pero, no pudo haber pasado sin el calcetín.

Ahora, cuando los miembros de la familia empacan para sus viajes navideños, también empacan sus calcetines. ¡Ha habido un par de ocasiones en las que ha cundido el pánico cuando alguien se dio cuenta de que había olvidado algo tan importante como su misma ropa interior!

¡Así que siempre tengo un par de calcetines de reserva “por si acaso”! Después de todo, esto se ha convertido en una tradición atesorada para los “muchachos más viejos” de esta familia.
Kathleene S. Baker, copyright 2004

¡Tradiciones… tradiciones! Para muchos representan una carga y un tedio… pero creo que, en lo que se refiere a la Navidad , quienes tal piensan pudieran estar abrazando el espíritu del famoso personaje de Cuento de Navidad de Andersen, ¡Don Ebenezer Scrooge! Si bien necesitamos mantener claro el enfoque de la Navidad como la celebración del más grande regalo que Dios nos pudiese haber hecho: Su Hijo, Jesucristo, no cabe duda de que la época demanda derroche de paz y gozo (tal y como cantasen los ángeles hace casi dos mil años).

¿Por qué no revisar nuestras antiguas tradiciones navideñas: cancelar algunas, reactivar o renovar otras, y aún crear nuevas? Hagamos de esta Navidad un evento inolvidable, no sólo para nuestros niños (aquellos que los tengan todavía) sino también para cada uno de nosotros y los que nos rodean. Adelante y que el Señor les bendiga.

“Tomad doce piedras de aquí, de en medio del Jordán, del lugar donde los pies de los sacerdotes están firmes, y llevadlas con vosotros y colocadlas en el alojamiento donde habéis de pasar la noche.” Llamó, pues, Josué a los doce hombres que había señalado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu; y Josué les dijo: Pasad delante del arca del SEÑOR vuestro Dios al medio del Jordán, y alce cada uno una piedra sobre su hombro, de acuerdo con el número de las tribus de los hijos de Israel.
Sea esto una señal entre vosotros, y más tarde cuando vuestros hijos pregunten, diciendo: “¿Qué significan estas piedras para vosotros?”, les diréis: “Es que las aguas del Jordán quedaron cortadas delante del arca del pacto del SEÑOR; cuando ésta pasó el Jordán, las aguas del Jordán quedaron cortadas.” Así que estas piedras servirán como recuerdo a los hijos de Israel para siempre. Josué 4:3-7.

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