Bienaventurados los misericordiosos
Únicamente cuando mostramos misericordia con los que han pecado contra nosotros, podremos pedir a Dios que tenga misericordia de nosotros.
Los misericordiosos recibirán misericordia. Esto quiere decir que recibirán la misericordia de Dios. Al igual que sucedió con el Rey Ezequias, quien hizo lo bueno ante Dios, cuando se le dijo que iba a morir, Dios le prolongó la vida 15 años más luego que el rey se arrepintiera y orara.
Nosotros, los que creemos en Jesucristo, ya hemos recibido la gran misericordia de Dios. Si Dios no hubiera tenido misericordia de nosotros y no nos hubiera perdonado, hubieramos ido al infierno y hubieramos sufrido para siempre.
Sin embargo, hemos sido perdonados y somos salvos sin haber pagado precio alguno sino tan sólo por haber creido en Jesucristo como el unico Hijo de Dios. Incluso si algunos creyentes lastiman el corazón de Dios pecando, Él siempre estará esperando que se arrepienta y regrese, así como el padre esperaba al hijo pródigo.
Si tan sólo se aleja del pecado y se arrepiente de todo corazón y restaura su comunión con Dios, Él jamás le dirá “Me has decepcionado” ni tampoco le increpará diciendo “Has cometido todos estos pecados”. Tan solo le dirá que ha borrado de su memoria sus iniquidades tanto como el este queda lejos del oeste.
El Este nunca se juntará con el Oeste. Están tan lejos el uno del otro que sus límites no se pueden ver. Sus pecados estarán tan lejos de la memoria de Dios como el este queda lejos del oeste. Por cierto, la oración del Padre Nuestro cita, “Perdona nuestras ofensas así como perdonamos a los que nos ofenden”.
Únicamente cuando mostramos misericordia con los que han pecado contra nosotros, podremos pedir a Dios que tenga misericordia de nosotros. Si no podemos perdonar a nuestros hermanos ni podemos mostrar misericordia hacia ellos, y aún así, repetimos el Padre Nuestro todos los días, estaríamos burlándonos de Dios porque sólo estaríamos repitiendo de labios palabras vanas y vacías.
Hay un ejemplo de esto en Mateo capítulo 18: 21-22. Pedro le preguntó a Jesús, “Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mi?” ¿Hasta siete? Pedro está preguntando con un corazón tan amplio y receptivo como el mar.
Continúa el pasaje. Jesus le dijo: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete”. No sólo debemos perdonar un par de veces, llevando la cuenta de cuántas veces perdonamos a los demás, sino más bien, debemos perdonar y mostrar una misericordia ilimitada.
Luego, Jesús narró una parabola. Un siervo debía a su amo 10,000 talentos y no tenía manera de pagarlos, por eso iba a vender todas sus posesiones, y también a su esposa e hijos. Sin embargo, cuando pidió misericordia a su señor, éste tuvo compasión y le perdonó toda su deuda. Pero saliendo el siervo, se encontró con uno de sus consiervos quien le debía 100 denarios; tomándolo comenzó a golpearlo, diciendo, “Págame lo que me debes”. Y lo echó en la carcel hasta que le pagara todo lo que le debía.
Al cambio actual, al siervo se le había perdonado más de 1 billón de dólares, sin embargo, él había metido a la cárcel a quien le debía sólo dos mil dólares. El amo se enteró de esto, se enojó contra su siervo, y lo mandó llamar nuevamente. Y le dijo “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me lo rogaste. ¿No deberías tú también haber tenido misericordia de tu consiervo, como yo la tuve contigo? Y luego lo echó a la carcel.
Jesús relató esta parabola, y concluyó en Mateo 18:35, “Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” Si no perdonamos a nuestros hermanos de todo corazón, Dios tampoco nos perdonará. Si no perdona, Dios tampoco lo perdonará cuando peque. Hay mucha gente que levanta muros de pecado contra Dios. ¿Por qué Dios no responde a sus oraciones? Usted no perdona a los que han pecado contra usted, y aún así se atreve a pedir, ¡“Padre, responde a mis oraciones”!
Hay una razón por la cual Dios no le responde. No hay respuesta porque hay un muro entre Dios y usted. Todo se cumple tal como la Palabra de Dios lo dice, “Te será hecho como creíste”. Si pedimos, Él nos dará. Si buscamos y llamamos, se nos abrirá. De esta manera se cumple la Palabra del Padre. Es simplemente que tiene algún pecado, y por esa razón, no puede recibir ninguna respuesta.
Todos éramos pecadores que teníamos que ir a parar al lago de fuego. Sin embargo, hemos sido justificados únicamente por la cruz de Jesucristo. Así que, si no podemos perdonar y en lugar de ello, odiamos, juzgamos y condenamos los pequeños errores de nuestros hermanos, ¡Se imaginan la verguenza que sentiremos ante Dios!
Santiago 2:13 dice,”Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia.” ¡Qué espantoso es esto! “! ¡La misericordia triunfa sobre el juicio!” si vemos una paja en el ojo de un hermano, quiere decir que tenemos un tronco en nuestro propio ojo.
Debemos mostrar misericordia a los que están enfermos, a los que viven en la pobreza, a los que han fracasado en el mundo, y a los que no son salvos. Por ejemplo, suponga que un hermano está atravesando por un momento de pobreza, ¿Qué haría usted? Si tan solo le dice, ¡“Que pena”! No está mostrando misericordia ante Dios. El tipo de misericordia que agrada a Dios es justamente dar de lo que uno tiene al hermano que está en necesidad. Algunos dicen que quieren ayudar pero que no tienen nada que dar.
Sin embargo, permítanme hacerles una pregunta. Si sus propios hijos estuvieran muy hambrientos, se quedarían tan sólo mirándolos diciendo, “No puedo hacer nada porque no tengo dinero.” Aun si no tuviera nada para comer mañana, les daría a sus hijos lo que tiene ahora. Debe hacer lo mismo por sus hermanos.
Cuando mostramos nuestra misericordia de esta manera, Dios también nos mostrará Su misericordia. Si no ayuda a su hermano y sólo dice, “Quisiera ayudarte, pero no puedo porque también soy pobre, ¡Sé que debes tener mucha hambre”! ¿Es esto misericordia acaso? ¿Les diría lo mismo a sus hijos si ellos tuvieran hambre? “Hijo, hija, deben tener mucha hambre porque no hay nada que comer. Pero no puedo darles nada porque no tengo dinero.” ¿Abra algún padre que diga esto? Probablemente tomaría la mitad de lo que tiene para comer y se lo daría a sus hijos. Un dicho dice que si tuvieras solo un frejol, lo compartirías.
Cuando mostramos nuestra misericordia de esta manera, también Dios nos mostrará Su misericordia. ¡Si actuamos de esta forma, Él estará muy complacido! En el cielo Él está escribiendo todo; y todas sus buenas obras serán para honra suya luego cuando vaya al cielo. El Padre estará feliz de usted, y usted será Su honra ante los demás. Todo será retribuido. Dios nos da conforme a lo que hacemos y sembramos no sólo en esta tierra sino también en el reino de los cielos.
(Este mensaje pertenece al reverendo Jaerock Lee, Seúl, Corea)
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