Palabra Del Aliento Para Bendecirte Hoy

Palabras de Aliento

 

El alcance de la bendición (2)

 

Por Kenneth  Copeland

¿Quiénes son la descendencia de Abraham?

 

Después de la muerte de José, la revelación de la Bendición empezó a desvanecerse y los descendientes de Abraham padecieron 400 años de esclavitud en Egipto. Pero Dios, que nunca desiste, levantó a un hombre llamado Moisés, sopló aliento fresco en esa revelación y le enseñó a una generación entera de israelitas a andar de nuevo en la Bendición de Abraham.

Fue esa Bendición lo que abrió a su paso el Mar Rojo, los guió y los guardó durante 40 años en el desierto. Fue la Bendición lo que derribó los muros de Jericó e introdujo a los israelitas en la Tierra Prometida. Fue la Bendición lo que dio a Sansón la fuerza para derrotar a mil filisteos con una sola mano, y lo que dotó a David de coraje y gracia para matar a Goliat. Fue la Bendición sobre Daniel que cerró la boca de los leones cuando estuvo en el foso. Todos ellos gozaron de los beneficios de la Bendición en virtud de la promesa que Dios hizo a Abraham.

Todos experimentaron parte de sus resultados porque Él había prometido no solo darle la Bendición a Abraham sino también a su descendencia.Usted podría decir: “Eso es maravilloso, hermano Copeland, pero yo no soy judío. ¿Qué tiene que ver eso conmigo?” Si usted es creyente, tiene todo que ver con usted porque el Nuevo Testamento dice que cuando Dios dio la Bendición a Abraham y a su descendencia: “… [Él] no dice: Y a las descendencias, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu descendencia, la cual es Cristo” (Gálatas 3:16). En otras palabras, cuando Dios habló a Abraham y a su descendencia se refería directamente a Jesús. Él le daba a Jesús (por medio de Abraham) la Bendición que le había
sido conferida a Adán. Por eso Jesús se llama “el postrer Adán” (1 Co 15:45). Él fue el verdadero heredero de esa Bendición; todo su ministerio terrenal fue una demostración de esta. Dondequiera que iba traía bendición. Por eso, cuando los enfermos lo buscaban, Él los sanaba. Él llevó a cabo la
misión que le había sido encomendada a Adán. Liberó el poder de la Bendición que había en Él para extender el reino de Dios y reproducir la voluntad perfecta de Dios como se manifestó inicialmente en el huerto de Edén. En el huerto de Edén no hubo enfermedad, así que la sanidad es parte de la Bendición y Jesús sanó en toda oportunidad. En el huerto no hubo pobreza ni hambre, de modo que la prosperidad es parte de la Bendición. Por eso Jesús multiplicó los panes y los peces para alimentar
multitudes hambrientas que venían a oírlo. En el huerto no hubo condiciones climáticas peligrosas, así que cuando la tormenta amenazó con destrucción, Él habló y todo se calmó. Esa fue la Bendición en acción.

Es nuestra herencia

Pero Jesús no se limitó a hacer solo eso. Después de demostrar el poder de la Bendición en su propia vida, fue a la cruz y pagó el precio por el pecado de toda la humanidad. Él venció la maldición, se levantó de los muertos y recuperó la Bendición para que usted y yo pudiéramos heredarla. Como dice Gálatas 3: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu… Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa (vv. 13-14, 29). ¿Se da cuenta de lo que dice este pasaje? Nos dice que por medio de Jesús, usted y yo somos herederos no solo de
una bendición, o de algunas bendiciones, o de muchas bendiciones, ¡sino herederos de la Bendición! Hemos recibido de Dios el poder para crear, para administrar bendición y para vencer todo obstáculo a fin de que se manifiesten las condiciones del huerto de Edén no solo en nuestra vida
sino en la de los demás.¡Esa es nuestra herencia! Somos herederos de todo lo que Dios hizo en el huerto. Hoy día, nuestra labor consiste en ayudar a extender ese huerto y hacer nuestra parte para llenar la Tierra con su bendición. Esa fue la voluntad de Dios para el primer Adán, y esa voluntad está vigente otra vez por medio de Jesús, el postrer Adán. Algunas personas dicen que no debemos fijar nuestra atención en la Bendición, sino en Jesús. Pero la verdad es que es imposible separar a Jesús de la Bendición. Eso es lo que Él vino a restaurar, lo que demostró y entregó a otros cuando ministró en el mundo, y es a lo que nos ha llamado, como discípulos, para que andemos en ella y la demos a otros en su nombre. Creo que hoy día los ángeles también aguardan con ansias poder ver esta nueva raza de hombres que son criaturas nuevas y que han recibido la autoridad sobre la Tierra en el nombre de Jesús. Están esperando nuestras órdenes mientras vamos por todo el mundo haciendo las obras de Jesús y contando a todos los que quieran oír que Él pagó el precio para que todos podamos heredar la Bendición... por medio de Jesús, usted y yo somos herederos no solo de una bendición, o de algunas bendiciones, o de muchas bendiciones, ¡sino herederos de la Bendición!

+ Prédicas Escritas | Kenneth Copeland