Mantenga la actitud correcta
En nuestro vuelo por la vida nuestra actitud es más crítica durante los tiempos difíciles. Es entonces cuando tenemos la tentación de caer en el pánico y tomar decisiones con una actitud equivocada.
Cuando nos estrellamos, ese es el resultado de una reacción equivocada, no de la turbulencia. ¿Cuántas veces hemos visto «hacer una montaña de un grano de arena», haciendo que la solución sea más peligrosa que el problema mismo?
Recuerde, la dificultad llega a ser en realidad un problema cuando internalizamos las circunstancias desafortunadas. Otra cosa que tenemos que recordar cuando el tiempo se hace borrascoso es que lo que realmente importa es lo que sucede en nosotros, no a nosotros. Cuando las circunstancias internas nos conducen a decisiones internas equivocadas, en realidad tenemos problemas.
Una vez hablé con un hombre que tenía problemas financieros. Encaraba la posibilidad de perderlo todo. Le ofrecí oración y valor durante ese tiempo difícil. Su reacción fue: «¡Nunca he estado más cerca de Dios!» Me contó cómo esta prueba le estaba haciendo más fuerte en su relación con Dios. Pablo le dijo a Timoteo que los cristianos serían perseguidos. También le dijo que él no solo había soportado la persecución, sino también que Dios siempre lo había librado (2 Timoteo 3.11, 12). Pablo dejó que las tormentas de la vida le fortalecieran. Que diferente era él de aquellos que gritan: «¡Renuncio!», cada vez que surgen las dificultades. Santiago hasta nos dice que los problemas son buenos:
Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna (Santiago 1.2-4).
Acepte que los tiempos difíciles no son eternos
Cuando estamos en medio de situaciones difíciles, no es fácil recordar esta verdad. Los problemas nos consumen. Todo lo que sabemos está influido por el presente. Al hombre que se está ahogando no le importa la agenda de mañana. Hay una expresión que uso frecuentemente cuando siento que las dificultades me abruman. Cuando ya he tenido suficiente digo: «¡Esto también pasará!» Esa breve declaración funciona en verdad. Me ayuda a tener otra perspectiva de mi situación. Sin embargo, los vientos huracanados nos derriban. Muchas veces no es el tamaño del problema sino su extensión lo que pesa tanto sobre nosotros. «No nos cansemos, pues, de
hacer el bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos» (Gálatas 6.9). Muchos predicadores dirán: «Lo que sembremos segaremos», Pablo dice que es posible sembrar y no cosechar los beneficios. ¿Cómo? No permaneciendo firmes ni siendo pacientes para esperar.
He oído a los corredores hablar de la «fuerza» que reciben al correr. (Me es difícil aceptar eso cuando miro el gesto de sus caras mientras corren.) Una vez que reciben su «segundo impulso», se sienten como que podrían correr todo el día. ¿Cuál es su secreto? Correr hasta conseguir su segundo impulso. La primera parte es difícil y dolorosa. La última es más fácil y gratificante.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar (Hebreos 12.1-3).
Procure tomar las decisiones más importantes antes de la
tormenta
Se pueden evitar muchas tormentas pensando y planificando con anticipación. El piloto averiguará cómo estará el tiempo antes de su proyectado vuelo, antes de proceder. Al volar, observará su radar o llamará a la base próxima para anticipar las condiciones del tiempo. Obviamente, no se pueden evitar todas las tormentas, pero me pregunto cuántas encontramos solamente porque no utilizamos todos los medios a nuestra disposición para prevenirlas. La mayoría de las veces nuestros problemas son el resultado de nuestra pobre planificación y no de las condiciones que rodean nuestras vidas.
Uno de mis profesores se volvió tema de conversación en la universidad debido a su horrible manera de manejar. Los muchachos decían cosas como esta: «Salí temprano de la clase para poder llegar a casa a salvo antes que el profesor Gladstone tomara la carretera». Después que el profesor tuvo tres accidentes en seis semanas, un estudiante le dijo a la esposa de aquel, con simpatía: «Con toda seguridad que el diablo ha estado causando estos problemas de manejo en su esposo». Ella replicó: «Querido, no culpes al diablo. George nunca pudo manejar».
Me siento mal cuando los oradores del seminario dicen: «Es más importante tomar una decisión equivocada inmediatamente, que no hacer ninguna». ¡No lo crea! La clave del éxito en la toma de decisiones, está tanto en tomarse el tiempo necesario como en hacer la decisión correcta.
Decisión equivocada en el tiempo equivocado = desastre.
Decisión equivocada en el tiempo correcto = equivocación
Decisión correcta en el tiempo equivocado = desaprobación
Decisión correcta en el tiempo correcto = éxito
Por lo general, las decisiones equivocadas se hacen en el tiempo equivocado y las decisiones correctas en el tiempo correcto. ¿Cuál es la razón? Permitimos que nuestro medio ambiente controle nuestro pensamiento, el cual, a su vez, controla nuestras decisiones. Por eso, mientras más decisiones se tomen con calma, menos tormentas nos derribarán. Claro que Dios puede utilizar el resultado de nuestras malas decisiones para
bien, pero bien podemos evitarnos problemas tomando nuestras decisiones en el tiempo oportuno.
Manténgase en contacto con la torre de control
Todo piloto sabe el valor que tiene comunicarse con hombres experimentados en los momentos de dificultades. La reacción natural cuando se tiene dificultades en el cielo, es pedir ayuda por radio. No siempre hacemos esto en nuestra vida diaria. Nuestra tendencia es hacer las cosas por nuestra propia cuenta. Admiramos a los hombres valientes y decididos que salieron adelante solos. Es la manera americana. A veces somos como pequeños Frank Sinatras, cantando a voz en cuello para que todos nos oigan: «Lo hice a mi manera». Jesús canta otra canción. Sus palabras hablan de plenitud de gozo y frutos. El tema de su canción dice: «Separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15.5). El título de su canción es: «Vive en mí y yo viviré en ti» o, más modernamente: «Te sentirás muy bien si estás conectado con la Vid». La primera estrofa dice: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí» (Juan 15.4). La segunda estrofa dice: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (Juan 15.5).
La tercera estrofa dice: «El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden» (Juan 15.6).
La cuarta estrofa dice: «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho» (Juan 15.7).
Durante un avivamiento en mi iglesia, Dios me hizo entender las afirmaciones de Jesús: «Separados de mí nada podéis hacer». Siempre me he inclinado a pensar: «Separado de Dios puedo hacer solamente algunas cosas». He reconocido rápidamente mi necesidad de Él para hacer «mucho más abundantemente de lo que pedimos o deseamos», pero he creído que puedo hacer solo las cosas que no eran tan grandes. No es así. He aprendido que no puedo «volar solo» en mi mundo nunca más. Sea que el tiempo esté calmado y los cielos azules, siempre debo mantenerme en contacto con Cristo.