Protección en tiempos peligrosos
Existe un lugar en Cristo Jesús donde moramos en el lugar secreto de la protección de Dios .
El mundo nada sabe de este lugar ni puede vivir en él ; es un lugar que solo el Espíritu Santo puede revelar . Está reservado para el que vive en obediencia . Nuestra vida está escondida con Cristo en Dios . Esa es una palabra que el Señor me dio hace varios años y le doy muchas gracias porque podemos habitar en ese lugar secreto de la protección de Dios. Podemos ir a un lugar que la mayoría de la gente desconoce por completo.
Estoy segura de que sobra decir que vivimos días peligrosos. Por la televisión resuenan las noticias de guerras, atentados terroristas, catástrofes sin precedentes y la delincuencia ligada al narcotráfico. Hay más violencia ahora de la que he visto en toda mi vida, y sigue en aumento. Son tiempos que nos obligan a pensar.
¡Pero los creyentes nada tienen que temer! Cuando vemos las cosas en el reino de lo natural, nos puede parecer aterrador vivir en estos tiempos. Sin embargo, en el reino de lo sobrenatural es el mejor tiempo para vivir en poder. Tenemos un lugar de protección en Dios que nos guardará en perfecta seguridad, sin importar lo que suceda en el mundo que nos rodea.
En Él podemos vivir confiados, y a fin de tener confianza o fe en su poder para guardarnos, debemos conocer muy bien lo que dice su Palabra sobre nuestra seguridad y protección, y proceder de acuerdo con ella. Creo que estos son los últimos días y que Jesús puede venir en cualquier momento. Entre tanto, podemos morar “bajo la sombra del Omnipotente” (Sal 91:1). En vez de sucumbir al temor, podemos permanecer confiados en la
Palabra y andar seguros en nuestro pacto de protección.
Instrucciones para los tiempos postreros
En Mateo 24 Jesús habló a sus discípulos acerca de los eventos antes del fin. Las señales que mencionó (como guerras, hambrunas, terremotos y pecado extremo) se repiten sin cesar en los titulares de hoy. Cuando los discípulos le preguntaron a Jesús qué señal habría de su venida y del fin del mundo, Él respondió: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos
en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores… por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin (vv. 4-14). Jesús dijo: ¡No se turben por estas cosas! No sigan a quienes se entregan a una vida de pecado. Segunda de Timoteo 3:13 dice que “los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor”. Eso describe a la perfección la generación presente. Cuanto más nos acercamos al
arrebatamiento de la Iglesia, peor se ponen las cosas en el
reino de lo natural.
Gracias a Dios que Él nos advirtió acerca de todo esto y que nos dijo: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo”. ¡Eso se está cumpliendo ahora a un ritmo sin precedente en la historia! Dios quiere que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Ti 2:4). Nunca es su voluntad que alguien quede excluido de su bendición y protección, por esa razón envió a Jesús. Gálatas 3:13-14 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición… para que
en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles”.
Para que podamos gozar de la bendición y la protección de Dios, debemos primero escoger a Jesús como Salvador. Pero él no nos obligará a tomar esa decisión. El Señor tampoco nos obligará a ponernos bajo su sombra protec-
tora. Nosotros escogemos la bendición en lugar de la maldición. El primer paso hacia la bendición es recibir a Jesús como Señor de nuestra vida. Esta decisión nos traslada de las tinieblas a la luz, de un reino a otro. “[El Padre] nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino
de su amado Hijo” (Col 1:13). Ahora bien, quisiera decirle que si aún no le ha entregado su corazón a Jesús, puede tomar esa decisión ahora mismo. Diga: “Jesús, quiero que seas el Señor de mi vida. Tómala y úsala. Enséñame a vivir y a ser libre”. Una vez que recibe a Jesús como su Salvador y Señor,
usted es redimido de la maldición (Ga 3:13) y liberado de todo lo malo. Jesús llevó sobre sí todo eso por usted. Junto con la salvación usted recibe “liberación, preservación, liberación material y temporal del peligro y el temor; perdón, protección, libertad, salud, restauración y sanidad total”. Si usted ha nacido de nuevo, ya puede contar con la protección. En Cristo Jesús usted tiene un pacto de protección con Dios. Sin embargo, no funciona de manera automática. En todo pacto hay dos partes, y usted debe cumplir con la suya.
Nuestro refugio secreto
La Palabra de Dios le muestra cuál es la parte que le corresponde a Él y cuál es la parte suya. El Salmo 91:1-2 empieza con la suya: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré”.
Los versículos 3-4 revelan la parte que le corresponde a Dios: “El te librará… te cubrirá…”.
Dios lo protegerá cuando usted haga a Jesús el Señor de su vida, lo siga, ande en la luz que ha recibido y haga de Él su refugio. Usted recibe al Señor como su refugio de la misma manera que recibe a Jesús como Salvador, es decir, exprese su fe para que Él lo proteja, y lo dice. Hable de acuerdo con la Palabra de Dios. Si usted mora bajo la sombra del Omnipotente y habla
palabras de fe, Él podrá obrar en su vida y usted podrá recibir
su protección.
Es cierto que nadie puede predecir lo que pasará en este mundo, pero los creyentes no deben temer. En Cristo Jesús podemos habitar “al abrigo del Altísimo” (Sal 91:1), pero tenemos que entrar y permanecer en ese lugar mediante la fe. Si vivimos en temor, no podemos esperar que Dios mueva
cielo y tierra para protegernos. Si estamos llenos de miedo, no estamos llenos de fe, nos hemos salido de nuestro refugio. La Biblia dice que lo que tememos, eso nos sobrevendrá (Job 3:25).
La Biblia nos ordena una y otra vez a no temer. El temor es contrario a la fe. El temor abre la puerta al diablo. En cambio, la fe cierra la puerta al enemigo y a todo lo malo que está bajo maldición. La maldad y el peligro están en la tierra, pero no tienen que afectarnos. Los creyentes tenemos un lugar seguro en Dios, pero debemos asirnos de ese lugar y esperar tenerlo.
Si usted vive en temor, ¡sea libre! No permita que el temor controle sus pensamientos, su corazón y su boca. Resista el temor en el nombre de Jesús. Lea y medite en las Escrituras que abundan en promesas de protección divina hasta que el miedo desaparezca. Dios le ha dado el poder para vencer el temor por medio de su Palabra.
Siga la Palabra, no al mundo
Aliméntese continuamente de las promesas de protección de Dios. Josué 1:8 le insta a meditar en la Palabra de Dios día y noche; así es como usted renueva su mente (Ro 12:2). Las promesas de Dios se harán más reales en su vida, usted podrá estar firme con la fe puesta en las promesas de protección de Dios para su vida, podrá proclamar la Palabra con poder y no le dará lugar al temor. Usted tendrá confianza absoluta en el hecho de que Dios cuida de usted. Esa confianza es muy importante en nuestra vida,
porque la misión del enemigo es robar, matar y destruir (Jn 10:10). Él siempre está buscando la manera de ganar terreno en nuestra vida, por esa razón debemos estar siempre velando para que él no tenga acceso alguno a nuestra vida. La Biblia lo denomina RESISTIR. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg 4:7). Nuestra protección también depende de nuestras decisiones. Los creyentes debemos tomar la decisión de negarnos a pensar o actuar como lo hace este mundo absurdo y
confuso. Usted no puede decir: “Yo no sabía que la Palabra hablaba de eso, así que estoy exento de toda responsabilidad”. Eso no es cierto. Su responsabilidad es escudriñar lo que la Biblia dice acerca de su vida, de su futuro y de lo que debe hacer.
De cada uno de nosotros depende el dedicar tiempo a la Palabra todos los días. Si usted cree que está demasiado ocupado, quizá lo esté. Tal vez deba ver menos televisión, levantarse más temprano o acostarse más tarde. Haga todo lo necesario para fortalecer su fe. Vivimos en días peligrosos, pero no para quienes escogemos vivir cada día en la Palabra de Dios y permanecer en ella.