Creelo todo está bajo su control
Todo fríamente calculado... de verdad. ¿Te animás a creer que Dios siempre guarda lo mejor para el final, a pesar de lo negra que veas tu realidad?
En el segundo capítulo del libro de Juan Jesús realiza un milagro que nos recuerda los dos aspectos de esta alentadora verdad: su poder para transformar nuestras situaciones más difíciles, y su promesa de un futuro y una esperanza que van más allá de nuestros sueños e imaginación.
“Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús se encontraba allí. También habían sido invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo:
– Ya no tienen vino.
– Mujer, ¿eso que tiene que ver conmigo? –respondió Jesús–. Todavía no ha llegado mi hora.
Su madre les dijo a los sirvientes:
– Hagan lo que él les ordene.
Había allí seis tinajas de piedra, de las que usan los judíos en sus ceremonias de purificación. En cada una cabían unos cien litros.
Jesús dijo a los que servían:
– Llenen de agua las tinajas.
Y ellos las llenaron hasta el borde.
– Ahora saquen un poco y llévenlo al encargado del banquete –les dijo Jesús.
Así lo hicieron. El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio y le dijo:
– Todos sirven primero el mejor vino, y cuando los invitados ya han bebido mucho, entonces sirven el más barato pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora.
Esta, la primera de sus señales, la hizo Jesús en Caná de Galilea. Así reveló su gloria, y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2:1-11).
¿No te parece extraño que Jesús haya escogido una boda para lanzar su ministerio público? ¿O el hecho de que su primer milagro consistiera en abastecer de bebida la celebración de una boda?
¿No crees que sea un poco… casual? ¿No podía haber escogido algo más espectacular? Si yo hubiese sido el asesor de relaciones publicas de nuestros Señor en este momento, le habría aconsejado que no iniciara su carrera de Mesías de esa forma. Seguro hubiese establecido una estrategia más “lógica” para Él.
Jesús diría:
– Pensaba convertir el agua en vino.
– ¿Qué? ¿Por qué vas a querer hacer un milagro como ese? ¿Dónde está el drama? ¿Dónde está la noticia?
El Señor realizó un milagro para traer felicidad y gozo a aquellos que celebraban la unión de un hombre y una mujer. Lo que Jesús hizo por esta joven pareja en su fiesta de bodas, muestra que Él puede intervenir en tu vida en cualquier momento y proveer exactamente lo que necesitas. En realidad, Él podría ir mucho más allá para darte más de lo que jamás hayas pensado pedir o pudieras incluso soñar.
No se trató de un juego de manos como si se colocara un colorante púrpura para alimentos en esos inmensos barriles de cien litros de agua. Jesús creó un vino fino en un instante. Este era un vino que indicaba claramente que provenía de uvas de primera clase, crecidas en un viñedo saludable, bañadas durante una larga temporada para la cálida luz del sol del Medio Este.
Jesús creó seiscientos litros de un vino superior en un abrir y cerrar de ojos. Si hubiese querido, hubiera podido convertir todo el Mar de Galilea en un cabernet. Pero limitó el milagro a estas seis tinajas en una fiesta de bodas en una pequeña comunidad.
Si Jesús pudo hacer esto… si pudo transformar agua genérica cambiando por completo su estructura molecular en un segundo para convertirla en un vino tan maravilloso que sorprendió y asombró a un experimentado catador… si pudo hacer esto… ¿qué situación en tu vida puede ser tan compleja o sobrecogedora para Él? ¿Qué desafío en tu vida podría exceder a este?
En ocasiones nos encontramos en una confusa combinación de circunstancias frustradas, sintiendo que las mismas están más allá de nuestro entendimiento, y tratamos de explicárselo todo al Señor esperando que Él pueda –de alguna manera– comprender lo que nosotros de forma escasa entendemos.
No te preocupes. Jesús discierne tu situación de forma más profunda y detallada de lo que harías si pensaras y te angustiaras por ella durante un millón de años.
El milagro en el capítulo dos de Juan, el primer acto sobrenatural de nuestro Señor, prueba que Él tiene el control de toda situación imaginable, de lo más sutil, de los que parecen ser los detalles más insignificantes. A través de este milagro, Jesús mostró que tiene a su disposición, de manera inmediata e ilimitada, el poder para hacer cualquier cosa que escoja hacer.
Es posible que no necesites que el agua corriente se convierta en vino, pero entender y palpar la ilimitada fortaleza y sabiduría de nuestro Señor puede ser muy importante… cuando el doctor te llama a su oficina, te pide que tomes asiento y te dice que tienes una enfermedad grave, o cuando el jefe te llama por separado a una reunión y te dice: “Lo siento, pero tenemos que dejarte ir”, o cuando tu cónyuge te dice que él o ella quiere terminar el matrimonio.
Es algo bueno –muy, muy bueno– saber que ninguna de estas cosas agarra a Dios por sorpresa, y que nada limita su habilidad para intervenir en nuestras vidas para trasformar por completo las más reñidas, enredadas y convulsionadas situaciones, llevando a cabo las cosas más allá de nuestro entendimiento.
(Este fragmento de mensaje es del autor Greg Laurie y esta extraido del libro: Lo mejor está por llegar de Editorial Vida)