//Volver al Índice// - Por Sandy Bergmann Fuentes
Campaña evangelística en El Salvador
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El Señor me había prometido muchas cosas entre las cuales llevarme a las naciones a predicar su palabra. al principio que el Señor me ministro a través de su siervo, el Pastor y profeta Alberto Navarro, que me llevaría a las naciones, que iría a la radio y la televisión, que escribiría libros, y que me iba permitir codearme entre los grande para que le predique su palabra, yo no lo creí. Esa profecía era demasiado grande para Asimilarla en mi cinco sentido. |
Como le dije ante, lo primero que me vino a la mente fue la duda. Pero la Biblia dice, “que el Señor levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor”. (1 Samuel.2:8)
El Señor me permitió ir a dar una campaña a El Salvador, invitada por el Ministerio de Misiones de la Iglesia Monte Sinaí, que pastorea, al mando Bonilla en long Island. Me fui con dos misioneras más, presidenta de dicho ministerio. Ellos pagaron todos mis gastos. El Señor me había dicho que me llevaba al Salvador, porque iba hacer algo grande a través de mí.
Yo me sentía contenta al saber que iba a predicar en otro país, y que tenia el respaldo del Señor, pero a la misma vez me sentía triste, porque pensaba que al regresar de Ecuador, el Señor me permitiría ir a la Republica Dominicana a ver a mi familia de parte de padre, especialmente a mi abuelo. Mi abuelo era el amor de mi vida, era como la luz de mis ojos. Yo decía que tenía dos grande amores, al Señor, y a mi abuelo. Y siempre le pedía al Señor, que me llevara a mi primero ante que a el.
Yo había llamado a mi abuelo, y le dije que cuando regresara de Ecuador, mi próximo viaje seria ir a verlo en la Republica Dominicana, pero cuando llegue a New York, el Señor me mando a la Republica de El Salvador. Como ustedes saben, donde manda capitán no manda soldado. Prepare las maletas, y me fui a El Salvador con las hermanas que me habían invitado.
El mismo día que me iba a El Salvador, llame a mi abuelo desde el aeropuerto para decirle que al regresar de la campaña prometía ir a verle; mientra hablaba con el, lo sentí muy triste, y a la misma vez sentí un nudo en mi garganta, y una tristeza tan grande que no puedo describir. Le dije en mi corazón al Señor, que no sabia por que me sentía tan triste, pero lo que nunca imaginaba en mi mente, es que esa mañana seria la ultima vez que hablaría con mi abuelo, mejor dicho mi padre, porque el me había criado desde lo dos mese de nacida.
El segundo día de estar en El Salvador, las misioneras y yo, fuimos a visitar a una hermana a su hogar. En aquel país, yo no conocía a nadie, y al llegar a la casa de la hermana, ella salio corriendo y me abrazo hablando en lenguas. El Señor me decía a través de ella, que pase lo que pase, no podía irme del Salvador hasta que no terminara con la misión por el cual el me había llevado allá. El Señor a través de la señora que me ministraba me pasaba la mano en el corazón, y me decía que recibiera de su paz, y de su fortaleza, y que El tenía todo bajo control. Yo pensaba que el Señor me decía todas esas palabras por causa de la campaña, pero no me imaginaba que estaba a punto de recibir la noticia más terrible de toda mi vida.
Al llegar a la casa en la cual me estaba quedando, llame a mi Mamá para decirle que había llegado bien a El Salvador; ella me dijo, que fuera fuerte, porque tenia que darme una mala noticia, y es que mi abuelo había muerto tres horas después de hablar conmigo por teléfono de un ataque al corazón. Cuando oí la noticia, sentí que mi alma se había partido en millones de pedazo, sentía que el corazón me fallaba, me sentía morir. Nunca había experimentado un dolor tan terrible. Yo no podía entender como el había muerto, si no estaba enfermo, ni tampoco estaba muy viejo, pero tampoco entendía por que el Señor me envió tan lejos, si sabia que el iba a morir. No entendía por que no me permitió ir a verlo cuando se lo pedí, y en cambio, me mando a otros países. No entendía, por que me mando a llevar sanidad a otras personas, cuando el ser humano que más yo amaba, necesitaba sanidad.
Yo no entendía nada, pero en esa situación tan dolorosa por primera vez entendí lo que quiso decir el autor del que escribió el libro: “Cuando lo que Dios hace no tiene sentido”. En mi desesperación quise viajar de El Salvador a la Republica Dominicana, pero era imposible. No había vuelos. Y en mi mente recordaba las palabras del Señor: “No te puede ir, pase lo que pase.) En la noche no pude dormir, no podía contener el llanto, pero sabía que podía hablar con el Señor, y recostar mi cabeza sobre sus piernas y echarme llorar a sus pies. Le dije que me dolía mucho el corazón. Le exprese mis frustraciones y derrame mi alma delante de El. Yo no sentía fuerza, ni animo para predicar. ¿Como le iba a dar palabra de aliento y de vida a otra personas? cuando era yo que necesitaba palabra de aliento y de vida en esos momentos, porque también ¡me sentía morir!
Esa noche me visito Satanás y con burla me dijo:(Te di por donde más te dolía; y Dios no hizo nada para evitarlo) Cuando me dijo así, me pare con coraje, y sin miedo ni temor le conteste: “Dios dio, y Dios quito, sea su nombre bendito. Tu me diste por donde más me dolía, pero prepárate, porque en el nombre de Jesús, te daré por donde más te duele.” Al día siguiente fui a la plaza con una de las hermana, para comprar algo que ella necesitaba. Cuando nos íbamos de la plaza sentí de predicarle a las personas que estaban ahí, y la gente fue acercándose, y querían que orara por ellos, y por su negocio. Ese día 16 almas aceptaron al Señor. Y le dije al diablo: «Te dije que te daría por donde más te duele.”
Luego en la noche, fui a predicar a una iglesia, allí di mi testimonio y se derramo una unción tan grande que la gente Caín al suelo bajo el poder de Dios sin tocarlas. Esa noche habían llevado a un paralítico, y para el poder estar parado tenia que depender de dos muletas. Alguien me dijo que orara por el; cuando le puse las manos a las piernas, me di cuenta que sus piernas estaban desviada, en seguida la duda me visito y me dijo: “Ese hombre no va a caminar, no le quite las muletas, porque se va a caer, y va a caer encima de ti”. Yo no sabia que hacer. Me sentí turbada, no sabía si ordenarle que soltara la muleta, o mejor dejar las cosas así como estaban. Sabía que el Señor podía hacer el milagro, pero por poco me dejo dominar por la duda.
Me acorde cuando Satanás me dijo que me había dado por donde más me dolía. Pero también me acorde que en el nombre de Jesús había prometido que también le iba a dar por donde más le dolía, entonces en ese momento mi fe fue aumentada ; y le ore al paralítico, y le pedí al Señor que lo sanara. Mientras oraba por el, sentía en mis manos como el Señor le estaba enderezando los huesos, y luego le dije: “Suelta las muletas en el nombre de Jesús, y camina.
El hombre empezó a caminar, y después andaba danzando y cantando “El es el poderoso de Israel.” Esa noche fue de bendición. Después en una revelación, el Señor me mostró que fuera a visitar un hogar. Yo no conocía a las personas que vivían en esa casa, pero fui y pedí permiso para entrar. Le hable del Señor y 7 almas vinieron a los pies del Señor. ¡Gloria a Dios! Las personas se acercaban para decirme lo que Dios había hecho en su vida, y otros me testificaban que habían recibido sanidad. El testimonio impacto en el Salvador como en ningún otro lugar. Me invitaron a una emisora cristiana, y a una emisora de radio secular; también fui invitada a predicar a un canal de televisión local. Yo no podía creer que iba a predicar en una televisión, y ahí me acorde de la profecía que el Señor me había dado por medio de su siervo, y que yo por incrédula había dudado.
El Señor me abrió puerta en aquel lugar, y me puso en gracias con los pastores, y con todas las personas que conocía. Conocí personas influyentes, y de buena posición, tal como el Señor me lo había dicho. Realmente la gracia la pone Dios, siempre y cuando andamos en obediencia. En el Salvador, las personas querían saber y aprender más de la guerra Espiritual, era grande el número de personas cristianas que estaban recibiendo ataques diabólicos, y que no sabían que hacer, ni quién acudir para buscar ayuda y la orientación que ellos necesitaban.
En el Salvador me invitaron a predicar en una congregación, y esa noche di el testimonio, mientra predicaba sentía que las palabras rebotaban como una pelota en la mente de las personas. En mi mente le decía al Señor: “Señor, estas personas no están recibiendo el testimonio, ayúdame a terminar rápido.” Al final del servicio, hice el llamado para las personas que deseaban aceptar al Señor, o que deseaban la oración, y nadie pasaba. Le dije al Señor, que iba a entregar el micrófono, pero el Señor no me lo permitió, y me mostró que la mayoría de las personas que estaban ahí, estaban descarriados, y que eran personas que habían sido abusadas, y estaban atada por el enemigo.
El Señor me puso en un gran aprieto, porque las personas que estaban esa noche en la iglesia, todas parecían cristianas. El Señor por el Espíritu, me mostró a las personas que iba a llamar a pasar al altar. Obedecí al Señor, y las misioneras que me acompañaron me ayudaron a ministrar. Esa noche, el Señor rompió cadenas espirituales. Las almas que estaban descarriados se convirtieron. Dios restauro las vidas que se encontraban quebrantadas. A dos jóvenes de la iglesia se les manifestaron los demonios. Una de la joven era la levita de la iglesia que dirigía y cantaba en el coro de la iglesia. Y la otra era hija de un diacono de la iglesia.
La pastora me confeso que la mayoría de persona que llame al altar estaban descarriada y habían sido jóvenes violadas y maltratadas. Como algunas personas no creían que las cosas que dije de los demonios eran reales, el Señor permitió que los demonios se manifestaran esa noche a través de una de la misma hermana de la iglesia, la cual tampoco creía en las cosas que yo había testificado. La joven que el Señor liberto, después testifico y dijo que mientra yo estaba testificando, ella no podía creer lo que yo estaba diciendo, y que ella quería salir de la iglesia, porque escuchaba una voz que le decía que saliera, y que cuando intento pararse no podía levantarse de la silla; cuando pudieron pasarla al frente, ella fue la primera que cayo endemoniada; y que aunque ella iba a la iglesia, cantaba y oraba, estaba atada. Ella testifico que se fue a un retiro de tres días, y fingió que se sentía libre, pero que realmente el Señor la liberto esa noche”. Gloria a Dios que el Señor la liberto; pero da pena que algunas personas tengan que pasar por esa experiencia, solamente por no querer creer que esto es real.
En el Salvador el enemigo estaba furioso conmigo, quería pararme de predicar, y recibí un fuerte ataque con la salud, me vi muy enferma con diarrea, vomito, fiebre, no podía estar en pies, y me dio una infección en la garganta tan fuerte que aun la lengua la tenia llena de bolitas con pus. El enemigo también ataco a las tres hermanas que me acompañaban a la campaña. La hermana que manejaba el autobús se clavo un cuchillo en una mano, y la herida fue muy profunda. La hermana Ruth Aparicio se fracturo una pierna, y la hermana Gladys, estaba muy enferma de la gripe.
En New York, el Señor le mostró a una hermana miembro de la iglesia a la cual yo pertenecía que oraran fuertemente por mí, porque el enemigo me iba atacar por la salud. Pero aun en la condición que me encontraba, le dije al diablo que en el nombre de Jesús, yo iba a seguir predicando aunque me muriera encima del altar. El Señor me dio la victoria, y un doctor cristiano, el hermano Salomón Ayalas, nos atendía sin cobrarnos un centavo. Yo seguía sufriendo por la muerte de mi abuelo; pero a la hora de predicar, me olvidaba de mi sentimiento y cumplía con hacer la voluntad del Señor.
La última noche de campaña nunca la olvidaré. Cuando me estaba despidiendo de los hermanos, porque ya geminaba la campaña y regresaba a New York, el Señor me dijo: “Todavía no te va, cambia la fecha del pasaje, porque quiero tratar con el Directo.) El directo era uno de los pandilleros más temido de EL Salvador, se le acusaba de 17 asesinatos, violaba a las mujeres, y luego la mataba, era uno de lo más buscado, y aun era temido por la policía.
Ese joven era uno de los jefe de las pandilla llamada (La Mara Salva Trucha). Cuando el salio de la cárcel, algunas personas se mudaron de lugar, y frecuentemente el andaba con una granada en la mano para explotársela al primero que se metiera con el. Todo su cuerpo estaba tatuado desde la cara hasta los pies. Ver aquel hombre daba grima. El hobby favorito de él, era matar, y ver correr la sangre. Cuando supe de su vida que el hombre tenia, y de quién era el, le dije al Señor: “Señor, ¿y con ese hombre es que tu quieres tratar a través de mi? Pero si quieres tú, llévalo a la campaña el jueves. El último día de campaña fue martes, y yo tenía el vuelo para regresar el jueves a New York, entonces hice el cambio para regresar el sábado, y predicar ese jueves en una iglesia donde el Señor iba a tratar con el “Directo”. Realmente el tiene otro nombre, pero ese era el apodo que le decían, porque cuando el quería hacer algo, iba directo y lo hacia.
La noche anterior de la campaña, el Señor no me permitió dormir. Pase la noche completa en intercesión por la vida de ese hombre, de mi boca solo salía decir: “Satanás te ordeno que no toque a ese hombre, porque mañana el tiene que ir a la campaña”. Como a la una de la madrugada, la intercesión era más fuerte, sentía agonía, sentía desesperación, y el sudor corría por todo mi cuerpo, estaba peleando en el espíritu una guerra a muerte por la vida de ese hombre. Le pedí ayuda al Espíritu Santo, porque sentía una carga terrible encima de mis hombros, era como si una legión de demonios se habían levantado en mi contra para impedir la intercesión por la vida de ese hombre.
En mi interior sabia que hasta que no sintiera la paz de que la victoria estaba ganada, no podía parar de interceder. Al amanecer, sentí la paz del Señor, y supe que tenia la victoria. Aunque tuve que amanecer intercediendo, no me importo, el Espíritu Santo me fortaleció, y las horas pasaron tan rápido que ni cuenta me di. Al día siguiente dos hora ante de irme a la campaña, sentí una opresión en mi pecho, como que algo iba a impedir que el “Directo” fuera a la campaña. Me puse a clamar al Señor, y le ordenaba al diablo y a los demonios que no se le ocurriera tocar ese hombre, porque el tenia que ir a esa campaña así sea por encima de la cabeza del mismo diablo, el Señor lo reprenda.
A la misma vez le pedía al Espíritu Santo que lo llevara al servicio en el nombre de Jesús. No pare de interceder por el hasta que no sentí la paz del Señor. Me fui a la campaña, y al llegar al lugar, la iglesia estaba llena de gente. La gente estaba interesada en escuchar otra vez el testimonio, y a la misma vez ver que iba a pasar (con el directo). Cuando llegue al lugar le pregunte a el hermano Buruca que si el Directo estaba ahí, y me dijo: “Si, esta sentado en el ultimo banco.” Yo dije: ¡Gloria a Dios!
Ante de predicar, lo llame por su verdadero nombre, y le dije que el Señor me permitió quedarme dos días más en el Salvador, porque quería tratar con su vida, y que Dios lo amaba; que el había cometido mucho crímenes, violaciones y robo, pero que Dios le había guardado su vida, porque tenia propósito grande con el; que el no estaba vivo por los trabajos satánicos ni por brujerías, sino porque al Señor le ha placido mantenerlo vivo. El Señor le hablo de todas las cosas que el había pasado desde que lo formo en el vientre de su madre, hasta ese momento en que le estaba hablando. Aun mantengo ese video conmigo como prueba de lo que sucedió esa noche.
Dios toco aquel hombre de una manera terrible. Lloro como un niño, su madre y el se reconciliaron. Yo le ábrase, y lo que sentía en mi brazo era a un hombre indefenso. El rostro de él cambio, su mirada era otra, parecía que había nacido de nuevo. La gente lo abrazaba sin ningún temor. Y el Señor le dijo, que instrumento escogido era el para llevar su nombre. También le advirtió que volvería a la cárcel, porque le iba a mostrar, ¡Cuanto era necesario padecer por su nombre!
Esa noche le prometí a Gustavo (nombre verdadero) que en mi siempre iba a tener una hermana en Cristo y a una amiga, y hasta ahora se lo he demostrado. Siempre nos manteníamos en comunicación. El me confeso que la noche anterior de la campaña, el y otro amigo, fueron a cobrar una cuenta que tenia pendiente con alguien, y que cuando iban a matar a esa persona; como por milagro de Dios, esa persona se le escapo de la manos y de su propia vista. Le pregunte que a que hora de la noche sucedió eso, y me dijo que eran como la una de la madrugada. Entonces entendí por que el Señor me puso a interceder por el a esa hora de la madrugada. Era para evitar que el cometiera un asesinato más.
También me dijo, que el mismo día de la campaña, el jueves en la tarde como a las 5: PM, la policía hizo un allanamiento en su casa para llevárselo preso, y que cuando ya lo tenían en mano, un abogado fue y intercedió por el, y que a la misma vez, el se le soltó a la policía y se escondió. La policía no pudo encontrarlo; luego que la policía se fue, el se fue a la campaña. Yo glorifique al Señor al escuchar el testimonio; porque también entendí, el por que el Señor me puso a interceder por su vida una hora ante de irme a la campaña. Era que el enemigo quería impedir que el fuera a la campaña, pero la intercesión pudo más que los planes que tenia el diablo, el Señor lo reprenda.
El joven dejo la pandilla, y ore al Señor para que le provea un trabajo. A los pocos meses me llamo para decirme que estaba trabajando. Me dijo que su único anhelo es que el Señor lo prepare para predicar su palabra. Tal como el Señor le dijo que volvería a la cárcel, así mismo sucedió. El no cometió ningún delito, pero una persona intento matarlo, y la policía se lo llevo preso a los dos. Creo que es una manera del Señor prevenir que le hagan daño, porque aunque el se había convertido a Jesucristo, aun tenia muchos enemigos. Y todavía hay algunas persona que quieren vengarse de el, por todo lo que el hizo.
La ultima vez que supe de el, su Mamá me dijo que en la cárcel estaba haciendo unos cuadros muy bonitos, y que se lo daba a la mamá para que lo vendiera y así ella pueda ayudarse con los gasto de la casa. Pero lo más importante, era que seguía firme en el Señor. ¡A Dios sea la Gloria!
Al escribir este libro, ya ha pasado un tiempo que no se de mi amigo Gustavo y también he perdido el contacto con su Mamá, pero estoy orando mucho por el, y pidiéndole a Dios que me permita volver a verle.
Aunque recibí un golpe muy fuerte por el dolor de la muerte de mi abuelo, también recibí mucho gozo al ver las grandes cosas que el Señor hizo en El Salvador. Allí deje una familia muy grande en Cristo Jesús. ¡A El sea toda Gloria! Todavía no he podio ir a la Republica Dominicana; pero el Señor me ha permitido ir a otros países como: Alemania, Suiza, Francia, Austria, Holanda, Sud-África, Dubai, Ecuador, Panamá, El Salvador, Estados Unidos, y mi país de origen Republica Dominicana pienso ir pronto. También hay otras invitaciones pendientes de viajar a Chile, Argentina, cuba, Brasil, y otra vez a el Salvador, pero sigo orando para que todo sea en el tiempo del Señor, y para que el siga proveyéndome económicamente, ya que en muchos de esos lugares hay personas con grandes necesidades que necesitan ser ayudado.
Recuerdo que una noche mientra me encontraba en unas de la campaña en Ecuador tenia 100 dólares, y el Señor me puso en el corazón que lo cambiara en 5 papeletas de 20 dólares, y que El me iba a mostrar a cinco pastores a los cuales le iba a dar 20 dólares a cada uno. Yo obedecí y esa noche entregue el dinero. Al día siguiente, una de la esposa de uno de los pastores me fue a buscar para darme las gracias por lo 20 dólares que le regale a su esposo, porque ese día no tenían nada para comer, y se habían ido a la campaña sin comer nada, y no sabían que iban a comer al día siguiente, pero eso 20 dólares sirvieron para cenar esa noche, y comer al día siguiente. Hermanos cuando el Señor le ponga en su corazón de hacer algo o de darle algo a alguien no dude en hacerlo, obedezca.
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Cuando Dios te pide es porque quiere bendecirte, y cuando te bendice es porque quiere que tu de. Al mencionar los países que he ido no lo digo por vanagloriarme, sino para testificarle que el Señor ha cumplido, y sigue cumpliendo la promesa de llevarme a la Naciones. Para mi era algo imposible, pero para nuestro Dios nada es imposible. Todo ha sido posible por la misericordia de Dios, y porque El siempre cumple sus promesas. |
Ver Capítulo 17: "Restaurando los lazos matrimoniales"
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