Por Mario Serrano
Hablen siempre de cosas buenas, díganlas de manera agradable, y piensen bien cómo se debe contestar a cada uno. (Colosenses 4:6)
Una buena actitud es el sello que caracteriza a todo verdadero hijo de Dios.
Vivimos en un mundo lleno de violencia y maldad. Las personas en sus relaciones interpersonales sufren todo tipo de maltratos verbales causando fricciones y conflictos.
Los trabajadores son contratados por aptitud, desempeño y trayectoria. Luego son despedidos por malas actitudes. Los jóvenes contraen matrimonio atraídos por la belleza, inteligencia y otras virtudes de su futuro cónyuge, luego se divorcian por malas actitudes que al correr los años se hacen difíciles de tolerar.
El pasaje de hoy nos alienta a mantener conversaciones amables, sabias demostrando un buen trato y reflejando el amor de Dios en nuestros corazones. Que la mala actitud de los demás no cambie tu postura y tu decisión de reflejar a Cristo a cada momento.
Una actitud positiva, entusiasta, alegre abrirá grandes puertas de bendición para tu vida.
Tus hijos, amigos, cónyuge, compañeros de trabajo, compañeros de escuela y el mundo te lo agradecerán.
Una sonrisa sincera es el regalo más maravilloso que podemos recibir por parte de los demás.
El señor quiere ayudarte hoy a restaurar aquellas relaciones frustrantes y ásperas en tu vida.
El poder de Dios te cubre capacitándote, para superar toda circunstancia negativa y sobreponerte a ella manteniendo tu actitud. Que tu luz brille siempre en medio de la oscuridad.
Es cierto que las malas actitudes son contagiosas y cuando uno pasa mucho tiempo rodeado de personas negativas puede ser influenciado, pero por el contrario toma tiempo para estar con tu Padre celestial, el llenara tu corazón con ese amor y esa buena actitud que él tiene hacia ti. Ya que el solo manifiesta amor, regocijo, nunca dice cosas malas de ti, solo habla cosas buenas y positivas. Él dice de ti que eres amado, especial, valioso, eres la alegría de su Corazón. Su amor inundara tu ser y podrás compartirlo con otros.
Oremos así:
Padre te pido perdón si me he dejado arrastrar por la maldad de este mundo y he tenido malas actitudes.
Quiero llenarme de tu amor y aceptación para también amar y aceptar a quienes me rodean.
Quito de mi vida lo negativo, las palabras duras y ásperas, el enojo, el rencor y doy lugar al carácter de Cristo en mi vida.
Mis labios traerán sanidad a quienes me rodean.
Al tener el carácter de Cristo y manifestarlo en cada relación sé que grandes puertas de bendición se abrirán, relaciones nuevas vendrán a mi vida y el favor de Dios sobre mí me conducirá a lugares de privilegio.
Pido, creo, declaro y recibo todo esto en el nombre de Jesús. Amen
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