No hay corrección más importante que la de Dios, no es tu jefe, no son los maestros; ellos son solo una prueba para que aprendamos de normas, de disciplina. Es la razón por la que vemos casos de hijos rebeldes que caen en la delincuencia; pero al llegar a los pies de Jesús, cambian sus vidas totalmente.
Esto lo hace, la unción de convicción de pecado y de corrección del Señor.