Señor y Dios mío, en ti he puesto mi confianza, en medio de angustias mi alma clama inmediatamente a ti, pues sé que Tú acompañas y libras de peligro a todos tus hijos. En ti busco protección, Tú que eres la luz, la verdad y el camino, que eres la vida y la salvación; eres el regocijo del alma mía y en tu verdad se deleita mi espíritu. Agradecido estoy con el Señor y de alegría se llenan mis días, pues mi confianza en su Santo Nombre nunca ha sido defraudada, pues el Señor es Dios de toda la tierra y reina con justicia, pero también con amor.
Confío en que se hace realidad en mi, tu palabra del salmo 16:1-5 de la versión Reina Valera
“Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
Oh alma mía, dijiste a Jehová:
Tú eres mi Señor;
No hay para mí bien fuera de ti.
Para los santos que están en la tierra,
Y para los íntegros, es toda mi complacencia.
Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.
No ofreceré yo sus libaciones de sangre,
Ni en mis labios tomaré sus nombres.
Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa;
Tú sustentas mi suerte”.
Tu eres mi Señor, por eso me siento alegre y confiado, porque de las perlas de mis preocupaciones he puesto una corona sobre la cabeza del Señor, glorificándole por su Poder y por la seguridad de su cobertura, pues el Señor es fuerte como la roca y en sus manos guarda de todo peligro a los suyos y los libras de las trampas de sus enemigos. Por eso te pido, Señor, que me guardes del mundo. No me dejes llevar por las emociones de los halagos, que me llevarían a la soberbia, ni tampoco por las críticas sin consejo, que me llevarían a despreciarme a mí mismo; mantenme en la justa balanza de la bondad y de la verdad, que siempre sepa reconocerme yo quien soy y discernir lo que Tú quieres de mi.
También, Señor, guárdame de mi mismo, si eso me alejaría de ti, aleja de mí las envidias, el egoísmo, no permitas que sea altivo u orgulloso, aleja de mi la pereza y todo mal, tanto los conocidos como los que entran cuando uno no los puede ver. Mantén el Espíritu firme en mi, para rechazar toda tentación que rompe mi relación contigo y dame fortaleza para levantarme cuando caiga, mantén en mi la firmeza de siempre mirar hacia adelante y mantener mi vista fija en la meta, que es llegar al cielo y gozar de la gracia de tu salvación.
Al igual que el salmista, me complazco también en el pueblo de Dios, en medio de los problemas aún alaban a su Señor y se esfuerzan cada día por seguirte en verdad. Por ellos te pido miles de bendiciones, acompaña siempre sus caminos y colma a todos con todos los dones del Espíritu, para que todos trabajemos en pro de hacer del mundo un lugar mejor y más entregado a ti.
Tomo para mí, los versos del 7 al 11, de este poderoso salmo 16, Señor mío:
“Bendeciré a Jehová que me aconseja;
Aun en las noches me enseña mi conciencia.
A Jehová he puesto siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma;
Mi carne también reposará confiadamente;
Porque no dejarás mi alma en el Seol,
Ni permitirás que tu santo vea corrupción.
Me mostrarás la senda de la vida;
En tu presencia hay plenitud de gozo;
Delicias a tu diestra para siempre”.
Pues Tú, Señor, eres todo lo que mi ser necesita. Eres mi herencia completa, la más hermosa de las que alguien podría recibir, Tú, Señor, sustentas mi suerte y el destino de cada uno de mis días. Sé que en tus manos, todo siempre obrará para el bien, por eso puedo estar confiado y alegre de vivir en tu verdad. Me contento en el Señor, mi Dios, que me acompaña en cada momento y todo cuanto me ha dado lo hace hermoso. Envía, Señor, tu Espíritu para que todos los seguidores de Cristo tengamos siempre los ojos abiertos a ver las maravillas que Dios nos ha dado como muestra de su infinito amor y que sepamos reconocer su voz que nos habla en medio de los bullicios del mundo; que nuestra confianza esté siempre en el Señor, que nos habla directo a nuestros corazones y nos guía por el buen camino hasta la vida eterna, en tu Nombre Jesús, amen.