Señor, Tú eres rey, en ti están las cosas más hermosas que el hombre puede siquiera imaginar. Bendito seas por todas las naciones que siguen tu camino y alaban tu Nombre. Siempre vas delante de nosotros en batalla, guiando nuestras vidas y haciendo saber que Tú eres poderoso y bueno. Cuando el enemigo nos ataca proteges a tu pueblo a favor de la verdad, haciendo justicia a los pobres. Realizas grandes proezas a favor de los más necesitados, luchando con amor. Vences a los enemigos doblegando sus corazones incrédulos y siempre estás presente ante cualquier eventualidad en la batalla, protegiéndonos y ayudándonos a ganar sobre cualquier inconveniente del calibre y tamaño que sea.
Creo en ti y en Tu poderío sobre el universo, Dios amoroso y misericordioso. En tu palabra has dicho que tu reinado no tendrá fin; tu justicia nos protege ante los problemas y delante de nuestros enemigos no tememos, porque tus armas son agudas y están siempre prestas a salvar a todas las naciones. También creo, Señor, en tu palabra, que nos has dejado en el salmo 45, versos 6 y 7, versión Reina Valera, que dice:
Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de justicia es el cetro de tu reino.
Has amado la justicia y aborrecido la maldad;
Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo,
Con óleo de alegría más que a tus compañeros.
Muchos retrocedemos cuando las cosas se ponen difíciles porque nos falta fe, confianza en el Señor. Debemos recuperar la fe y con su ayuda podemos seguir adelante sin importar lo difícil que parezca. No siempre es fácil, la vida es un reto, pero vale la pena seguir el camino del Señor para obtener la victoria. Suelta el miedo y abraza la fe, no te rindas y verás lo que Dios es capaz de hacer por ti si lo sigues y confías en Él. Deja que el Señor pinte tus días con su amor, abre tu corazón para que entren todas las bendiciones a tu vida.
Lo que Dios da, es tan perfecto que cualquier espera vale la pena, déjalo entrar en tu corazón como una novia ilusionada, vístete de amor y de confianza ante Él. Lo que recibirás será abundante. Déjate acompañar en cada batalla que tengas que librar y verás el triunfo. Alaba al Señor por siempre. Formemos todas las naciones un solo pueblo que alabe al Señor.
Prepárate novia, como nos lo enseña en los versos 10 al 17
Oye, hija, y mira, e inclina tu oído;
Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre;
Y deseará el rey tu hermosura;
E inclínate a él, porque él es tu señor.
Y las hijas de Tiro vendrán con presentes;
Implorarán tu favor los ricos del pueblo.
Toda gloriosa es la hija del rey en su morada;
De brocado de oro es su vestido.
Con vestidos bordados será llevada al rey;
Vírgenes irán en pos de ella,
Compañeras suyas serán traídas a ti.
Serán traídas con alegría y gozo;
Entrarán en el palacio del rey.
En lugar de tus padres serán tus hijos,
A quienes harás príncipes en toda la tierra.
Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones,
Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.
Pueblo, escucha al señor, aléjate de toda maldad e inmundicia, de todo pecado para que puedas disfrutar de las maravillas creadas para nosotros. Obedece a nuestro Dios que te ha dado todo: paz, tranquilidad, trabajo, prosperidad y una hermosa familia que espera lo mejor de ti. Todo lo que poseemos es porque Dios nos lo ha dado. Y aún puede darnos más si somos fuertes en la vida y no nos dejamos llevar por el error del pecado. Confiemos en el Señor, único y verdadero, aumentemos nuestra fe, nuestra confianza y nuestro amor y veremos lo bondadoso que es Él, que da todo de sí para vernos felices cantando Su nombre y alabándolo eternamente.
Dios no se olvida nunca de nosotros su pueblo, siempre cumple sus promesas. Entonces debemos levantarnos en fe, sin temor, en paz porque Dios es nuestro respaldo, Él nos da sin haberle pedido, nos escucha sin haberle hablado pues siente nuestro corazón. Sigamos creyendo en Su promesa sin preocupación, avanzando cada vez el camino sin detenernos. Ten presente que Dios no nos fallará. Siempre está con nosotros. Confiemos y no perdamos la fe. Te alabamos eternamente, en el Nombre de tu amado Hijo Jesús, Señor.