El amor de Dios, la gracia de Jesús y la comunión con el Espíritu Santo debe ser nuestro mayor deleite en la vida, ¿Habrá algo o alguién que pueda ayudarnos más que Dios? Centra tu vida en Él. Lo demás vendrá por consecuencia.
Versión audio:
SALMOS 37:4 versión DHH dice: “Ama al Señor con ternura, y él cumplirá tus deseos más profundos”. Este mismo versículo en otras versión, dice: “Disfruta (o deléitate) en la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas”.
La promesa se trata de estar unidos a Dios, de dar rienda suelta a nuestra hambre y sed espiritual. El Señor nos pide que nos enfoquemos en Jesús, que Él sea nuestro mayor deleite en la vida. Que no miremos ni busquemos con mayor deseo otra cosa. Al buscarlo, Dios siembra deseos y sueños en nuestro corazón. Y por consecuencia no habrá ninguna clase de impedimento para que sean contestadas esas peticiones.
La promesa está en plural, son “las peticiones”, quiere decir que no hay una limitación, que los deseos concedidos serán muchos. Ésta es una grandísima promesa, pero muchas veces estamos desenfocados, nuestro corazón se inclina por otros temas y no por estar, anhelar o buscar el deleite en el Señor. La decisión más sabia y sensata que podamos tomar: es buscar a Dios sobre todas las cosas, para que encamine nuestros pasos y sean concedidas las peticiones que tengamos.
Hagamos esta oración:
“Dios mío, gracias por enseñarme que mi mayor deleite debe estar en ti, porque mejor es un día en tu presencia que mil fuera de ella. Renuncio a enfocar mi corazón en cosas que me aparten de ti, serás mi mayor deleite ahora y siempre. Lo declaro en el nombre de Jesús, amén”
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