«(…) vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra». Éx. 19:5
Cuando el Señor comienza su trabajo de transformación, una de las cosas que te sanará primero es la estima, más allá de los pecados cometidos, Dios necesita sanar tu estima, que es tu propia identidad.
La estima es el valor de tu identidad, la imagen que tienes de ti mismo. Dios quiere sanar la valoración que tienes de ti mismo. Los problemas de estima son problemas fundamentales que desencadenan una gran cantidad de otros conflictos.
La estima propia se forma en los primeros años de vida y la adolescencia; por ejemplo, si tus siempre resaltaban todos tus errores, estaban produciendo una personalidad insegura. Es difícil cuando un niño adolescente recibió por muchos años toda clase de maltratos emocionales que luego pueda tener sana la estima, pero cuando venimos al Señor, tenemos sanidad. Dios también usará personas que te animarán y te fortalecerán la estima hasta llegar a la sanidad completa.
No importa nunca con quién te relaciones, todos somos iguales ante Dios y nadie es más ni menos; así sea rico, famoso o un líder conocido. Debemos llegar al punto de relacionarnos con todos igual.
Lo que otros piensan de nosotros no es nuestro problema. Lo importante es lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. Cuando la estima esta sana, no hay nadie que te pueda hacer sentir menos, porque tu mente lo interpretará como un error, porque sabes que ser menos que otros no existe.
Algunos de los síntomas de la persona herida en su estima son: Soberbia, vanidad, egolatría, celos, envidia, burlar o menospreciar a otros, ser tímido, inseguro, vacilante en tomar decisiones o perseguido.
Dios nos tiene en mucha estima. ¿Cuanto crees que entregó el Señor para salvarte para siempre? Entregó lo más valioso que Él tenía, lo que más amaba, la vida de su propio Hijo, toda su sangre, por amor. Por eso cuando te fortaleces en la fe, te fortaleces en la estima, porque entiendes quien realmente eres en Cristo.
Algunos confían en Dios pero no pueden confiar en ellos mismos, cuando la Biblia dice: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” ¿Quién puede?, Yo ¿Cómo?, En Cristo. Debemos usar la capacidad que Dios nos entregó y de esta manera podremos lograr todo lo que nos propongamos.
Confía en la capacidad que Dios te dio, en tus dones, confía en que puedes resolver toda clase de problemas y dificultades por la fe. Confía en que Dios te está guiando a cada momento para tener victoria. Confiar en uno mismo no es orgullo, orgullo es la incredulidad. Cuando comprendemos que somos una creación de Dios, sabemos que todo lo que Dios nos llama a realizar lo podemos lograr. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!.
"Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora." — Eclesiastés 3:1 (RVR1960)…
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