«Hoy, querido Dios, me acerco a ti en busca de refugio en medio de la tormenta. Sé que en ti puedo encontrar la paz y la fuerza para enfrentar cualquier adversidad. Me entrego a ti con confianza y humildad, sabiendo que eres mi roca, mi fortaleza y mi guía. Gracias por recordarme que siempre estás conmigo, incluso en los momentos más difíciles. Ayúdame a mantener mi fe y mi esperanza en ti, sabiendo que nada es imposible contigo a mi lado, En el Nombre de Jesús. Amén».