Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del Señor. Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón.
Salmos 119:1-2
Seguir los mandamientos de Dios es una muestra de amor y obediencia hacia Él. A través de ellos, podemos conocer su voluntad y cómo podemos agradarle. Además, al seguir sus mandatos, estamos protegiéndonos de las consecuencias del pecado y caminando en justicia y verdad.
Para guardar los mandamientos de Dios, es necesario tener un corazón sincero y dispuesto a aprender. Debemos estar dispuestos a dejar nuestras propias opiniones y seguir la verdad que se encuentra en la palabra de Dios.
Hoy, pide la ayuda del Espíritu Santo para poder entender y obedecer la palabra de Dios y a seguir sus caminos cada día de tu vida.
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