Amado Señor, tú que eres el Rey vestido de Majestad, de Poder, el que te manifiestas en todo momento donde hay un corazón dispuesto a ser sensible al sonido inexplicable de tu voz; tú, amado Padre, que nos prometiste que el Hijo del Hombre vendrá a sojuzgar la tierra; que con tu magnificencia y excelencia nos ministras cambios impactantes en nuestra vida, y nos limpias de errores para ser parte de todos aquellos que honran tu Nombre.
Rey Inmortal, que ocupas el trono de Gracia, y escuchas a los que a diario clamamos: ¡Oh Jesús, ven!. Ven temible, admirado, de ojos de fuego, eterno y sublime, cumplidor de la Ley.
Te clamo según los versos 1 y 2 de tu salmo 93, el que David cantó, para suplicarte por su nación, de esa misma manera viene mi corazón a suplicarte por las naciones del planeta.
Jehová reina; se vistió de magnificencia;
Jehová se vistió, se ciñó de poder.
Afirmó también el mundo, y no se moverá.
Firme es tu trono desde entonces;
Tú eres eternamente.
Afirma Señor, afirma nuevamente al mundo, limpia la tierra, de la perversidad, la perversión y la maldad.
Hoy, Padre amado, hay migrantes por todo el globo terráqueo, tratando de hallar un lugar seguro para afianzarse, porque hay crisis en un gran porcentaje de naciones del mundo.
El hombre por sí mismo, ha causado debacles, haciendo y materializando la obra de satanás; Padre, la delincuencia, los asesinatos, los suicidios, el desempleo, se han convertido en un virus mortal que ataca muchas poblaciones que antes eran seguras.
Así como Jesús, estuvo siempre allí cuando creaste el mundo, cuando nos diste forma y aliento de vida, tal como lo expresa el proverbio 8 versos 29 al 31.
Cuando ponía al mar su estatuto,
Para que las aguas no traspasasen su mandamiento;
Cuando establecía los fundamentos de la tierra,
Con él estaba yo ordenándolo todo,
Y era su delicia de día en día,
Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
Me regocijo en la parte habitable de su tierra;
Y mis delicias son con los hijos de los hombres.
Así te clamo, con el amor que nos demuestras que formaste todo, con el cordero siendo tu ayuda, para ofrecernos un lugar especial, donde el hombre pudiese desarrollar todos los dones que nos has dado; donde hay tantos que trabajan a diario para ingeniar avances tecnológicos y científicos impresionantes; donde sería tan lindo y sencillo, comprender tus estatutos y traerlos a la realidad que tú planificaste para nosotros.
Pero también esta tierra, donde hay millones que aún no se les revela que, nos diste libre albedrío para hacer decretos y levantar oración, para que no ocurran desastres naturales, y cese la violencia entre los seres humanos.
Hoy, te pido por esos corazones, que saben que algo está mal, que una fuerza superior, que eres Tú, pero no saben reconocerte, les indica que hay tiempo de hacer cambios. Hoy, te pido que ellos despierten y sea hecha tu palabra de los versos 3 al 5, de este salmo 93, sobre ellos.
Los ríos alzaron su sonido;
Alzaron los ríos sus ondas.
Jehová en las alturas es más poderoso
Que el estruendo de las muchas aguas,
Más que las recias ondas del mar.
Tus testimonios son muy firmes;
La santidad conviene a tu casa,
Oh Jehová, por los siglos y para siempre.
Que así te conozcan, y asi te declaren sobre todo lugar poblado del mundo entero, en el Nombre Poderoso de Jesús, está hecho. Amén.