Orando para ser fuerte en las pruebas, con el Salmo 72

Para el Rey de Reyes: ¡Bendito seas, Señor! ¡Bendita y alabada sea por siempre tu sabiduría! Que es más grande que todo entendimiento humano; bendito sean tus caminos y toda obra de tu voluntad. Bendita sea tu Palabra, que instruye al corazón en la virtud y lo lleva a conocer la verdad. Bendita sea tu misericordia y la gracia, que renuevan al hombre y lo hacen nuevo. Gracias Señor, por tu justicia y tu salvación, pues de ninguno de tus hijos te olvidas y gracias a eso podemos llamarnos también reyes y gozar parte de tu heredad, que es el cielo eterno y la vida que no tendrá fin.

Me invitas  a aferrarme a tu palabra, cuando me guías a través del salmo 72: 1-7

“Oh Dios, da tus juicios al rey,

Y tu justicia al hijo del rey.

El juzgará a tu pueblo con justicia,

Y a tus afligidos con juicio.

Los montes llevarán paz al pueblo,

Y los collados justicia.

Juzgará a los afligidos del pueblo,

Salvará a los hijos del menesteroso,

Y aplastará al opresor.

Te temerán mientras duren el sol

Y la luna, de generación en generación.

Descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada;

Como el rocío que destila sobre la tierra.

Florecerá en sus días justicia,

Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna”.

Tú, Señor, bendícenos a nosotros, tus hijos; trae a nosotros tu justicia y enséñanos a ser justos, como Tú eres justo. Guíanos a tomar las decisiones de nuestra vida basados en la verdad y danos verdadero discernimiento de tu voluntad, teniendo siempre en cuenta a los afligidos y los que se encuentran desprovistos de la ayuda de otros. Que nuestras vidas estén siempre llenas de paz y rectitud; recordando siempre el lugar que Tú ocupas en nuestras vidas, pues Tú, Señor, eres la roca en la cual nos sostenemos y hemos decidido edificar nuestra casa. Danos, Señor, de tu sabiduría, para comprender las señales de este tiempo y reconocerte incluso en las cosas sencillas, también para elevar nuestro corazón a  la alabanza sincera, que viene del conocimiento real de nuestro Señor. Que tu sabiduría nos transforme a ver el mundo con los ojos de amor con que tu lo vez, que de nuestra boca salgan los más hermosos y auténticos consejos, para ayudar a nuestros hermanos a construir sus vidas; que nuestras manos estén siempre dispuestas a ayudar a quienes están cansados y también para ayudar a levantar a quienes no sienten fuerzas para continuar. Que nuestros pies, tengan la constancia para dar los pasos necesarios en el camino, para ir donde Tú sabes que el mundo necesita tu justicia, que nosotros seamos siempre el instrumento de Dios para ayudar a otros y traer para esta vida el reino bendito de Dios.

Como es verdad en los versos 18 y 19, de este glorioso salmo 72

“Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel,

El único que hace maravillas.

Bendito su nombre glorioso para siempre,

Y toda la tierra sea llena de su gloria.

Amén y Amén”.

Bendito seas, Señor, que tus maravillas se sigan extendiendo a lo largo de toda la tierra, que todos los hombres puedan ver con claridad en su corazón que tu eres el Rey de todos los Reyes y el Señor de todos los Señores, que nada hay fuera de ti y que tu reino es más grande que todos los reinos de la tierra, mi Jesús. Bendito sea tu glorioso nombre, por siempre y para siempre, pues Tú, Señor, te has sentado sobre el cielo a reinar, esperando el momento en el que todo quede sometido a los pies de Cristo. Que Toda la tierra, Señor, quede llena de tu gloria; que todos tus hijos que se encuentran en rebeldía y con sus corazones endurecidos, se sientan como el hijo pródigo y empiecen su camino para volver a ti, donde Tú los recibirás con los brazos abiertos. Llena la tierra de tu misericordia, que no quede ni una sola persona fuera de tu Poder y tu Verdad. Bendícenos a todos nosotros, Señor, que tu nombre dure por siempre en todas las generaciones de la tierra hasta el fin de los tiempos y que todas las naciones reciban bendiciones de tus manos por siempre, en el Nombre de Yeshua, amen.