// Volver al Índice //
¿TE ESTAS PERDIENDO LO MEJOR DE DIOS?
Este libro esta escrito para cristianos nacidos de nuevo que saben que sus pecados han sido perdonados y olvidados, pero que también saben que todavía no han encontrado la libertad para vivir sus vidas cristianas sin tensión ni esfuerzo. Saben que poseen a Cristo como su vida pero ésta no es lo que se puede llamar abundante (Juan 10:10).
Algunas veces la causa de su desdicha es evidente, viven en una relación incorrecta ya sea con Dios o con los demás hombres. |
|
Esto puede abarcar desde un resentimiento oculto hasta una rebelión manifiesta; de hecho puede ser cualquier cosa que ofenda la ley soberana de Dios de que debemos amarlo a El, y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
El problema puede ser mucho más sutil, como intentar vivir la vida cristiana con sus propias fuerzas, y muchas veces a pesar de tantas debilidades interiores que han sido causadas por heridas de la infancia.
Por tanto, en contra de toda sabiduría aceptada, este libro va a comenzar con uno de los hechos más difíciles que encontramos en nuestra búsqueda por lo mejor de Dios, y vendrá a ser más fácil a medida que progresemos. ¡Tratar de hacer el bien en nuestras propias fuerzas en muchas ocasiones terminara en fracaso y desesperación, e incluso en condenación!
Si hubo algún caso de que “lo bueno fuera el enemigo de lo
mejor” lo encontramos en el dilema de Pablo en Romanos 7 Dice:
“No entiendo lo que hago, pues no hago lo que quiero, sino lo que odio eso hago.” (Romanos 7:15)
En primer lugar es muy importante darse cuenta de que su condenación y desdicha no venía por causa de ser un pecador sin esperanza. El ya había encontrado la respuesta a ese problema en Romanos 5:1. El sabía que estaba justificado por la fe y disfrutaba de paz con Dios”; pero esta nueva condenación es la de un santo incapaz andando en la carne, y él sabia que hasta que descubriera como andar en el Espíritu no tendría paz consigo mismo.
No hay duda que Pablo ha encontrado una medida de victoria sobre el pecado. El sabía lo que significaba apropiarse por la fe del maravilloso hecho de que en la cruz de Cristo Dios había dado muerte a su viejo yo (Romanos 6:6). En Romanos 7: 15 – 24 parece sin embargo, que lamentablemente algo todavía estaba mal, porque a pesar de intentar hacer el bien, se encontraba a si mismo haciendo el mal.
El tuvo que aprender la dolorosa lección de “que en su carne (propio esfuerzo) no mora el bien” (Romanos 7:18). Lo que descubrió fue que incluso al intentar hacer el bien, solo conseguía que su viejo hombre continuara bien vivo. Peor aun, descubrió que cuando su viejo hombre no estaba siendo considerado como muerto y mantenido en muerte, ¡el pecado era capaz de manifestarse a si mismo!
Si vamos a encontrar lo mejor de Dios, no solo tendremos que confrontar el hecho espantoso de que nuestro viejo hombre es capaz de cualquier clase de mal, sino que es capaz de hacer cualquier clase de bien ! Diariamente tenemos que aceptar la sentencia de muerte que Dios ha dado, no solamente sobre nuestro desagradable y feo viejo hombre, sino también sobre nuestro viejo hombre bueno. Ambos son manifestaciones del yo independiente que heredamos de Adán, y nunca fuimos creados para vivir independientemente de nuestro Creador.
Si nosotros consideramos el hecho de que nuestro viejo hombre fue crucificado con Cristo y lo mantenemos así (Colosenses 3:5), entonces no solo nos veremos libres de su control, sino que seremos capaces de abrir todo nuestro ser para que sea poseído por el Espíritu de Cristo, y podemos de esta forma ser liberados de “la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8:2 )y encontrar la dinámica fuerza de Jesús haciendo lo que lo que l ley no puede hacer (Romanos 8:3).
Entonces podemos decir: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están es Cristo Jesús”, porque ya no andamos según la carne (propio esfuerzo) (Romanos 8:1).
El pecado es una fuerza destructora muy poderosa que yace incluso dentro del creyente nacido de nuevo. Nunca será erradicado, pero viviendo en el Espíritu perderá su poder (Romanos 6:6).
Santidad no quiere decir incapacidad de pecar, pero sí la gloriosa habilidad de elegir no pecar. Santidad en toda su espontaneidad es sencillamente permitir que Cristo libere su vida en ti y a través de ti a otros. La santidad es mas fácil una vez que tu clamas por liberación sobrenatural del viejo hombre y le permites a Cristo ser tu nuevo yo. La santidad no elimina tu único yo. Escucha la descripción que Pablo hace del secreto dinámico de la vida intercambiada:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi” (Galatás 2:20).
La misma fe sencilla que en un principio te reconcilió con Dios, y abrió tu vida a Cristo permitiéndole que te salvara, debe continuar. La fe sencilla debe apropiarse del poder salvador de Jesús cada día de tu vida (Ro. 5:10). El cristianismo normal es Jesucristo manifestando su vida a través de seres humanos.
Ahora bien, en caso de que creas que la sentencia de muerte que Dios ha dado sobre nuestro viejo hombre es demasiado severa, puedes ver el mismo principio establecido por Jesús cuando dijo: “separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:5). En la alegoría de la vid verdadera el objetivo principal no es enseñarnos acerca de la vida eterna, sino como producir fruto eterno. Antes de que nosotros podamos producir el delicioso fruto de Su vida, debemos prepararnos para conocer que nuestro viejo sistema de raíces de esfuerzo propio ha sido cortado para que podamos ser injertados en El.
Si intentamos obedecer Su mandamiento de amarnos unos a otros en nuestro propio esfuerzo fracasaremos continuamente. El amor humano no puede obedecer este mandamiento, puede que sea puro en sus intenciones pero es patéticamente inadecuado en sus acciones. Todo amor humano esta teñido de amor propio y aunque esto no sea siempre evidente, cualquier presión por causa de una circunstancia desagradable pronto manifestara cuán frágil es.
Cuando sepamos estas verdades, tendremos que darnos cuenta que conocerlas en nuestras mentes no es suficiente. Debemos pedirle al Espíritu Santo que las haga real en nuestro espíritu. ¡El conocimiento Bíblico no es únicamente intelectual, es experimental! Jesús dijo: “… y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado” (Juan 17:3)
Vida eterna es conocer a Dios, no conocer acerca de Dios. Desgraciadamente tú puedes ser un doctor en teología y sin embargo vivir como un diablo. Puedes estar lleno de conocimiento religioso, pero podrido hasta la medula.
Así que sigue este sencillo modelo de cómo apropiarte de Jesucristo. Primero, acepta que sin El nada puedes hacer, después ora: “Diariamente debo recibir tu vida para que diariamente pueda liberar tu amor” (Juan 15:9-16). ¡El resultado será al mismo tiempo delicioso y dinámico! Será delicioso porque no hay mayor gozo en la vida que saber que eres una rama por la cual otros verán y probaran la bondad de Dios - ¡bondad pura!
Será dinámico porque, al trasmitir a otros el puro y desinteresado amor de Dios, ganarás incomparables beneficios para ti mismo. El amor es la fuerza terapéutica más grande del universo. El amor no solo sana al que lo recibe, sino también al que lo comunica. Mentes desequilibradas y afligidas pueden encontrar calma, heridas emocionales sanaran gradualmente, incluso enfermedades psicosomáticas desaparecerán tan pronto como el cuerpo pierda su tensión y aprenda a relajarse.
Finalmente a medida que vayas siendo consciente que Su amor está fluyendo a través de ti a otros, el Espíritu Santo te hará saber que puedes “pedir cualquier cosa en Su nombre y te será hecho” (Juan 15:7,8). Jesús debió sonreír cuando hizo esta increíble promesa porque El conocía el secreto sutil de Sus palabras. El sabía que cuando los suyos vivieran diariamente en esta unión de amor con El, no harían oraciones egoístas - ¡solo Sus deseos!
Así que, haz una entrega total de tu vida al Señorío de Jesucristo, después confía que el Espíritu Santo te lleve a ese maravilloso secreto de la vida intercambiada, haz de esto tu prioridad diaria, sin darte descanso hasta que todo esfuerzo propio desaparezca y la vida sublime de Jesús sea una realidad espontánea.
Esto es lo mejor de Dios. Cualquier otra cosa, aunque sea buena, será vivir en nuestro propio esfuerzo -¡carne! Solo cuando empieces a entrar en esta gloriosa experiencia de Cristo en ti “la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27) ¡será una brillante realidad!
|
Entonces, y solo entonces, serás capaz de levantarte de tu miseria, sacudir toda condenación y gritar, “ahora pues, ninguna condenación hay… (Ro. 8:1). No solamente estoy en Cristo Jesús, sino que además por haber descubierto este secreto, ya no ando en la carne sino en el Espíritu. Viviendo en y por el Espíritu de Jesús; has cambiado intentar hacer el bien ¡por lo mejor!
Que los siguientes capítulos traigan la revelación que te guíe a este dinámico secreto. |
Capitulo 2 La dimensión perdida
Volver al Índice
|