Mario Serrano

A Pesar de Todo Sigue Confiando

Por Mario Serrano

Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. (San Juan 20:29)

Tomas representa a todo aquel discípulo de Cristo que atraviesa una crisis de fe.

La crisis de fe se desencadena luego de traspasar situaciones difíciles que no pudimos resolver, o en las que no vimos el obrar de Dios a nuestro favor, dando esta experiencia lugar a la duda y a la incredulidad. Comenzamos a cuestionar el amor de Dios o el cuidado de este hacia nosotros y en el peor de los casos algunos dejan de creer en su existencia.

Los discípulos se habían congregado luego de la muerte y crucifixión de Jesús, pero Tomas no asistió a esa reunión. La desilusión le impedía buscar a Dios y reunirse con sus hermanos en la fe. Imagina a Tomas caminando con Cristo y siendo testigo de los milagros, maravillas y prodigios que por mano de Jesús eran hechos. La popularidad del Señor cada día iba en aumento, las señales eran realizadas en todo lugar, todo parecía un sueño maravilloso. De pronto Jesús es traicionado, entregado, juzgado injustamente, humillado públicamente y condenado a morir como un malhechor en la cruz. Todo sucedió tan rápido. Después de esta experiencia su alma estaba devastada, muchas preguntas habría en su cabeza, seguramente también pocas respuestas.

Puede que estés atravesando este valle de incertidumbre, te sientes confundido y las fuerzas no te alcancen para continuar. Has orado y confiado tu asunto al Señor y al parecer la respuesta no ha llegado. Posiblemente la perdida inminente de un ser querido a rasgado tu corazón. Hoy te faltan las fuerzas para continuar. Jesús te dice <

Dichoso es aquel que a pesar de las circunstancias y problemas continua en la brecha orando y clamando a Dios por el milagro, bienaventurado y feliz será quien no se deje guiar por lo que ven sus ojos naturales, y sigue intercediendo, declarando, batallando y confesando la victoria de Cristo sobre cualquier situación. Dichoso es quien se encuentra en el campo de batalla, ve delante de si a un numeroso y feroz ejercito enemigo, pero a pesar de ello puede declarar a viva voz:

«Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra,
Yo estaré confiado». ( Salmo 27:3)

Oremos así:

«Querido Jesús, las batallas son crueles y son muchas. A veces no tengo fuerzas para continuar. Levántame, fortaléceme y aumenta mi fe. Sé que seré bienaventurado si pongo mi confianza y fe en ti. Y aunque no vea progreso ahora, sé que en su momento tú obraras a mi favor y me concederás la victoria. Lo pido en tu nombre Jesús amado, amen».

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