Cada día, experimentamos el poder invisible de Dios a través de las pequeñas cosas que suceden a nuestro alrededor. Es fácil pasar por alto estos pequeños milagros y considerarlos simplemente coincidencias o suerte. Sin embargo, si abrimos nuestros ojos y nuestros corazones, podemos ver la mano de Dios en todo lo que nos rodea.

Desde el nacimiento de un niño hasta la puesta de sol en el horizonte, Dios está presente y trabajando en nuestras vidas. Él nos guía y nos protege, nos consuela en tiempos de dolor y nos da alegría en momentos de felicidad.

Es importante recordar que aunque el poder de Dios a menudo es invisible, sus efectos son muy reales y tangibles. Al reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas, podemos encontrar paz y esperanza en tiempos difíciles y confiar en que Él está trabajando para nuestro bien.

Oración: