Apocalipsis y profecía

Lo que Abraham Lincoln había advertido a EE.UU en 1863

El Pastor Ed Garvin de la Iglesia El Calvario en Orlando comenzó su viaje ministerial como un exitoso pastor de jóvenes y pastor ejecutivo. Desde entonces, ha servido como pastor principal para las iglesias en Florida, Illinois y Wisconsin. También se ha desempeñado como Director de Relaciones Públicas de la Universidad Central del Norte. El Pastor Ed ha estado casado con su mejor amiga, Jodi hace más de 30 años y está dotado de dos hijos maravillosos, Lauren y Drew.

Él recientemente vertió su opinión en Charisma News, acerca de todos los grandes y enormes cambios que se han originado en la nación en los últimos meses en especial desde que en junio de 2015, la Corte Suprema de Justicia de EE.UU. declarará legal el matrimonio homosexual en todo el país, y luego la masacre de homosexuales en el Night Club de Orlando… Ed resalta la gran necesidad apremiante de orar e interceder los unos por los otros para encontrar el favor de Dios y el consuelo de quienes lo necesitan en estos momentos tan difíciles, no sólo por lo que está ocurriendo en Estados Unidos de América sino también en otras ciudades del mundo que están siendo afectadas por el terrorismo.

Ed ve como la palabra de Dios 2 Crónicas 7:14 es vital para nuestras naciones:

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. (RVR1960)

El pastor reflexionó que ahora mismo las palabras que una vez bien dijo el Presidente Lincoln, en 1863, cuando designó el 30 de abril como día de humillación nacional de ayuno y oración, son vivientes palabras proféticas que se cumplen en nuestros días:

«Es deber de las naciones, así como de los hombres, que deben su dependencia en el poder de hacer caso omiso a Dios, confesar sus pecados y transgresiones en humilde tristeza, pero con esperanza cierta de que el arrepentimiento genuino conducirá a la misericordia y el perdón, y para reconocer la verdad sublime anunciada en las Sagradas Escrituras y probada por una historia que esas naciones sólo son bendecidas en cuyo Dios es el Señor. La calamidad terrible de la guerra civil, que ahora asola la tierra, pero que puede ser un castigo infligido a causa de nuestras soberbias, hasta el final de nuestra necesaria reforma nacional como todo un pueblo. Embriagado por el éxito ininterrumpido, hemos llegado a ser demasiado autosuficientes para sentir la necesidad de la gracia redentora y preservadora, demasiado orgullosos como para orar al Dios que nos hizo. Hemos crecido en número, riqueza y poder como ninguna otra nación ha crecido, pero nos hemos olvidado de Dios».

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