Devocionales

Orando por Fe, Sobrenatural con el Salmo 34

Bendeciré al Señor a todas horas y mis labios siempre lo alabarán, yo me gloriaré siempre en el Señor, pues Él es mi orgullo y mi sustento. Alabemos todos al Señor a una sola voz y alegrémonos de la grandeza de su Nombre. Pues recurrí al Señor y me respondió, de todos mis temores me puso a salvo. Aunque yo me escondiese en una cueva, no alcanzaría para ponerme a salvo de todos los peligros, en cambio mi corazón se refugia en el Señor, en donde estaré verdaderamente seguro de todo mal. Aunque los poderes de este mundo atenten contra mí, nada puede superar la sabiduría de Dios; hábilmente nos saca de los apuros del peligro y con amor nos pone a salvo.

Creí en tu palabra, que dice en Salmos 34: verso del 1 al 7, versión Reina Valera:

 

“Bendeciré a Jehová en todo tiempo;

Su alabanza estará de continuo en mi boca.

En Jehová se gloriará mi alma;

Lo oirán los mansos, y se alegrarán.

Engrandeced a Jehová conmigo,

Y exaltemos a una su nombre.

Busqué a Jehová, y él me oyó,

Y me libró de todos mis temores.

Los que miraron a él fueron alumbrados,

Y sus rostros no fueron avergonzados.

Este pobre clamó, y le oyó Jehová,

Y lo libró de todas sus angustias.

El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen,

Y los defiende”.

 

Tu palabra me confirmó que todos los que miran al Señor quedan radiantes de alegría, pues jamás seremos avergonzados o abandonados por nuestro Dios. Pido al Señor, por ese día en el que toda la tierra, a una sola voz, deje de lado sus diferencias, sus prejuicios, sus errores y su incredulidad y como uno solo alaben a Dios en espíritu y verdad; que todos engrandezcan el nombre de nuestro redentor.

Pues todos los que buscan al Señor con confianza y con amor ya pueden estar tranquilos y seguros de que el Señor escucha su oración y los librará de todos los males. Miren siempre al Señor, véanlo sentado en su trono, para que nuestra cabeza, y especialmente nuestro corazón, se mantenga firme aun en medio de la aflicción. Pues, los que miran al Señor son alumbrados, de forma que de tanto en tanto somos transformados por la gloria del Señor en su misma imagen, como por el Espíritu del Señor; así es como sabemos que realmente lo hemos mirado a Él.

Así de este modo anhelo que ilumines mi rostro, tu palabra lo confirma en salmos 34 del 8 al 10, en la misma versión Reina Valera:

“Gustad, y ved que es bueno Jehová;

Dichoso el hombre que confía en él.

Temed a Jehová, vosotros sus santos,

Pues nada falta a los que le temen.

Los leoncillos necesitan, y tienen hambre;

Pero los que buscan a Jehová no tendrán falta de ningún bien”.

 

Cuando el salmista dice “gustad y ved”, siento que me llama a confiar en ti, Señor, que me invita a experimentar en mi mismo, una vez más, tu infinita bondad, a través de un encuentro personal, dejándote habitar en mi corazón. Estas palabras renuevan mi fe y me invitan a amarte, buscarte y mirarte en cada momento de mi vida, reconocer cuan bueno has sido cada uno de mis días y como tu amor me ha sostenido en pie en los días más difíciles; también a ver cómo has extendido tu mano cada vez que mis faltas me han hecho caer y como tu poder ha renovado mis fuerzas para levantarme. El gozo que siento se escapa de las palabras, pues sé que quienes ven al Señor, nunca serán defraudados; temo al Señor, porque así mi corazón se llena de confianza en su poder y pueda experimentar su bondad en mi vida. Pues dice Tú Palabra que nada falta a los que le temen y con toda verdad; pues todos los que han buscado al Señor nada les falta.

Por eso, Señor, ayúdame a guardar mi lengua del mal y que en mis labios no haya engaño, dame la voluntad de siempre estar apartado del mal, ser más bondadoso y servicial con mis hermanos y mantenerme en paz. Gracias Señor, por sustentarme en cada momento de mi vida, por eso siempre me gloriaré en ti y te bendeciré eternamente, por tu Nombre amado Jesús, Amen.

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