Devocionales

Infancia hermosa estrella fugaz

Por Esteban Correa

Si eres padre o quieres serlo algún día, debes saber que que hay un momento en la vida de todo padre, donde esos inocentes momentos dulces que tiene la infancia, esos paseos donde vamos juntos como familia a todos lados van pasando… Puede que parezca de repente, pero ellos dejan de ser tus tiernos niñitos que te toman de la mano para caminar, que te piden ir a tomar un helado, que te exigen un cuento a la noche o que lloran por que se caen.

¿Cuando creciste? es una pregunta que te sale del corazón cuando los ves crecer. Es como una despedida a momentos maravillosos, únicos.

Las palabras mal dichas, las preguntas inocentes, los juegos interminables… Van dando vuelta la página, para dar lugar a nuevas historias.

Antes corrían para abrazarte cuando salían de la escuela, ahora puede que no te quieran dar un beso delante de sus amigos. Los que era un saludo efusivo y especial, ahora es común.

Esas vacaciones cuando viajaban cantando o los gritos en la parte de atrás del auto, peleando entre ellos, se transforman en silencio.

Los días de acompañar a las niñas a danza o a los niños a fútbol también pasarán.

Y ahí pensamos, debimos haber leído más cuentos, o haber jugado más tiempo a las escondidas.

Debimos haberlos llevado más al parque, haber tomado más helados, haber reído o haber jugado más.

Nunca dejes de mostrar todo el afecto que les tienes a tus hijos.

No desees tanto apresurar tu “tranquilidad” para que ellos crezcan, porque tal vez no te sientas tanto como esperabas; extrañarás sus ruidos, sus peleas, sus juegos, toda esa vida. Ese desorden que te dejaban, tal vez pienses algún día que no era tan desagradable.

Más bien viajemos juntos el camino, no perdamos ningún momento, amemos, riamos, luchemos, crezcamos y vivamos con ellos a cada paso.

Llegará el momento donde ellos anden solos, y comenzaremos a pedir a Dios para que todo les vaya bien.

Los abuelos son a veces tan desmesurados con sus muestras de cariño, porque puede que quieren hacer con sus nietos, lo que les faltó con sus hijos.

Es como que aprendemos a ser mejores hijos cuando somos padres. Pero ten por seguro que es mejor aprender a ser padres cuando somos padres y no cuando somos abuelos.

No te guardes tanto el dinero, porque el dinero puedes volver a tenerlo, pero no el tiempo de infancia con tus hijos.

No tomes tantas horas extras en el trabajo, podrás tomarlas en tu futuro. Ahora ellos te necesitan, y no serán más felices por tener más dinero sin sus padres, serán muy felices por tener muchos momento inolvidables con el cariño y compañía de sus padres.

Los hijos, son como pequeños ángeles que Dios nos da el privilegio de tener para bendecir nuestras vidas y nuestras casas por un tiempo.

Y no importa ahora si ha pasado el tiempo, o si no has logrado todo como querías, siempre, mientras sea hoy, estamos a tiempo de reeditar nuestra vida.

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