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Perder a un hijo y el proceso de sanidad
#1 El proceso de sanidad
Muchas veces el proceso de la sanidad será doloroso y largo. Puedo decirle que mi proceso no fue muy largo, pero si fue muy doloroso. Todavía al principio de escribir el testimonio del dolor de perder un hijo sentía mucha tristeza y el vacio profundo de la partida y la ausencia de Samuel.
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Al pasar el tiempo ese dolor se va calmando y como padres no dejamos de pensar en nuestro hijo, pero lo recordamos con alegría y con la certeza de que un día lo volveremos a ver en el reino de los cielos.
El proceso más doloroso empieza cuando nos damos cuenta de que todo nuestro esfuerzo y todas nuestras esperanzas se desvanecieron y de que el milagro que tanto deseábamos nunca llego. |
Luego viene el proceso de enfrentar la realidad de la muerte, donde tienes que enterrar o despedirte aparentemente para siempre de ese ser tan querido, y luego después viene la parte más dura que es el proceso de aceptar la realidad y de vivir con ese dolor y con miles de preguntas que parecen no tener respuesta. Es un momento donde a pesar de estar rodeado de gente nos sentimos muy solos y aparte de saber que miles y miles de Padres en el mundo entero están pasando por el mismo dolor de haber perdido un hijo, sentimos que solo nosotros somos lo que estamos viviendo esa situación.
Yo recuerdo que cuando enterraban a mi hijo Samuel, yo sentía que era mi cuerpo que estaban bajando en ese hoyo. Cuando empezaron a echarle la tierra yo sentía que toda esa tierra me caía encima, fue una experiencia tan difícil de explicar. La vida continua, pero lo que sí es claro que aunque la vida continua, la vida de una madre y de un padre nunca vuelve a ser igual. Todo te cambia de adentro hacia afuera. El primer mes de la muerte de Samuel fue terrible, porque todas las noches tenia pesadillas y me veía buscando a mi hijo en el hospital, o si no tenia en mi mente como una fotografía o como un video todos los momentos de dolor que Samuel sufrió, como por ejemplo aquel día cuando le dio ese ataque de pánico. Me quedó grabado el hoyo que le hicieron en su garganta.
Yo pensé que iba a enloquecer. Pero me aferré con toda mi fuerza y todo mi corazón a Dios. El era y es mi mejor amigo. Yo me desahogaba delante de Él. Yo le contaba de las pesadillas que tenía por las noches, y le decía que a pesar de orar con llanto y gemido todo seguía igual. Le expresaba cuán triste y cuánto dolor de madre había en mí. Yo sabía que un corazón contrito y humillado Dios nunca desprecia. Sabía que a él no le enoja que nos desahoguemos delante de su presencia.
Muchas personas se preguntaban: ¿Pero por qué le pasó eso a ella? ¿Y ella no es cristiana? ¿Y cómo fue que si Dios le prometió un hijo, después se lo quito? ¿No será que ella estaba en desobediencia? Y tantas cosas más. Pero gracias a Dios esos comentarios no me afectaron porque yo sabía que no era por nada de eso. Si no porque a cada uno le llega la hora de ser probado, y una vez más esa hora me había llegado. Es muy fácil decir: "Yo amo a Dios". Pero es con nuestros hechos que demostraremos en verdad cuanto le amamos. Al principio era muy difícil para mí ver a una mujer embarazada o peor aún ver a un bebé. Era como volver a revivir todo lo sucedido.
La hermana de mi esposo no podía tener hijo y quedó embarazada. Yo estaba contenta por ella, pero a la misma vez muy triste, ya que todo el tema era concerniente a su embarazo. Yo no estaba preparada emocionalmente para compartir con ella. Pero Dios estaba permitiendo todo eso para que yo enfrentara la realidad y para que vaya recibiendo sanidad, pero encontrarme con la hermana de mi esposo, o tener contacto con un Bebé me abría más la herida. Por lo menos eso era lo que yo sentía.
Aparte de eso, tenía que ir muy frecuentemente al cementerio porque aquí los cementerios hay que mantenerlos con sus flores y muy arreglados. No se imaginan cuantas veces lloré y lloré en esa tumba. Cuantas veces deseaba sacar toda la tierra y sacar a mí hijo o sacarme yo. Usted pensará: Lo que ella dice es una locura! En verdad lo era. Pero habían momentos en que me sentía cansada y llena de dolor y quería llorar con toda mi fuerza y comenzar a sacar tierra y gritarme a mi misma: Sal de esa tumba! Es que me había quedado como muerta en vida.
Lo que más me hacía sentir bien era cuando lloraba y oraba delante de la presencia del Señor. Al hablar con Dios en oración sentía paz. Pero el Señor sabía que para que hubiera una sanidad en mi vida, tendría que confrontar muchas de las cosas que me causaban tanto dolor. Y salir corriendo, huir de los problemas o tratar de ignorarlos no era la mejor solución. Cuando recibo carta de padres que han pasado por el dolor de perder un hijo me dicen que una de las dos parejas no habla casi del asunto por el miedo a abrir heridas. Otros optan hasta por separarse, y en verdad ninguna de las dos decisiones es la correcta. Como pareja es cuando más deben estar unidos y hablar abiertamente del tema. Con el tiempo verán que se sentirán mejor. Al principio de la muerte de Samuel para mí era difícil expresarle a alguien mis sentimientos, porque la mayoría de personas me mal interpretaban y otros me preguntaban que donde estaba mi Fe, y que lo que Dios hacia estaba bien hecho. Muchos no entendían que lo que yo sentía no tenía nada que ver con mi Fe en Dios, ni que tampoco estaba cuestionando a Dios, sino que estaba en un proceso normal en la vida de cualquier ser humano.
Al principio yo veía a mi esposo muy fuerte y yo hasta llegue a sentir que a mí me había dolido la muerte de Samuel más que a él. Y casi no hablamos del asunto. Pero mi esposo se hacia el fuerte delante de mí, mas sin embargo muchas veces me desperté y lo oía llorar en la cama. Su procesión la llevaba por dentro.
Leer parte 2: "Mami y Papi no lloren por mí. Donde estoy soy muy feliz."
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