Mientras nosotros mantengamos los ojos en la cruz, no habrá maldición que pueda derribarnos, pero el día que sacamos la mirada de Jesús, es como que evitamos el amor y la protección del cielo.
En hebreos 12:2-3 dice: “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo”. Mantener los ojos en Jesús, es mirar el faro que ilumina nuestra vida. Al permanecer escuchando sus palabras, deseando conocerlo y agradarle, tendremos una compañía en las batallas, un capitán poderoso en nuestro barco cuando las tormentas nos quieran tambalear. Jesús es el faro en medio de la oscuridad, si te aferras a Él, si mantienes tu mirada en él, tendrás recompensa eterna. El sufrió en la cruz todo tipo de humillaciones para abrirnos el camino a una nueva vida de esperanza. Si te has rebelado contra el Señor, es tiempo de volver, si te has debilitado, es tiempo de clamar por ayuda, si estás desorientado ,es tiempo de afirmar la fe en Jesús, nuestro buen pastor, confortará tu alma y te llevará a lugares de delicados pastos.
Hagamos esta oración:
“Padre celestial gracias porque mi vida está en tu manos y has puesto a tu Hijo como nuestro faro en la oscuridad, nuestro poderoso capitán. Hoy decido poner la mirada en Jesús y no quitarla jamás. Dios Padre, proclamo que el poder de la cruz abre lo cielos sobre mi, en el nombre de tu Hijo Jesús, Amén”.