Dios te llevará a un nivel de intimidad en el que podrás experimentar amistad, confianza y revelación que harán desaparecer toda sensación de lejanía. Tú alma se abrirá y comenzarás a hablar con Dios de corazón a corazón.
En Salmo 27:8 (NTV) dice: “Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor».”. Nuestro corazón espiritual, es la parte central de nuestra alma, es como nuestra centro de operaciones para cada decisión. La mayoría de las veces no decidimos por simples razonamientos, decidimos por lo que nos dicta el corazón, no teniendo en cuenta otros factores. De él brotan nuestros verdaderos deseos e intenciones. Cuando nuestro corazón ha tenido un encuentro con Dios, poco a poco va siendo transformado. Hay un nivel de intimidad con el Señor, que tiene que ver con lo que habla nuestro corazón con Él. Simplemente brotan de nuestro interior, palabras, deseos, pedidos, adoración; en definitiva, una común unión con Dios. Debemos habituarnos a ese nivel de intimidad, en el que llegamos al punto donde simplemente nuestro corazón habla, comuniquémonos con las palabras y con el corazón. De nuestro corazón brota nuestra identidad, porque de él mana la vida. En proverbios 4:23 lo dice así: Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida”.
Oremos así:
“Señor mío, mi corazón te desea, y quiere comunicarse contigo. Hoy abro mi mi vida para entablar una relación más profunda, sincera y estrecha contigo. Quiero conocerte mucho más en la intimidad, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”
