Por Ray Stedman
La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre. (Levítico 18:8)
Después de la preservación de vida, el impulso humano más poderoso es el sexo. El sexo, según lo estamos empezando a entender estos días, es como un gran río que, mientras fluye tranquilamente entre sus orillas, es un beneficio y una bendición. Pero cuando está embravecido en plena inundación e inunda el paisaje en su permisividad y promiscuidad, es terriblemente destructivo y dañino. La palabra de Dios cuidadosamente lo regula y nos ayuda en esta área. Es maravilloso que Dios toma el riesgo de dejarnos tener este fantástico poder en nuestras vidas. No nos quita el sexo si lo utilizamos mal. Él toma el riesgo con nosotros, con una súplica que lo mantengamos entre sus orillas.
Puedes ver como Dios enfatiza el propósito de estas instrucciones. Han de hacerte vivir, no morir, no ser restringido, reducido, confinado y prohibido de expresarte a ti mismo. ¡No, todo lo contrario! Están ahí para que puedas vivir, puedas disfrutar de la vida plenamente, puedas encontrarla completa y rica.
Así que Dios nos instruye, ahora, en esta área del sexo, y aquí aprendemos la verdad sobre el sexo que nunca aprenderás al leer un libro secular. Aquí en las Escrituras está la verdad sobre el sexo. A través de todas las Escrituras se nos enseña que el sexo ha de ser una unión total de un hombre y su mujer, expresando una unidad física, emocional y espiritual. De eso se trata el sexo. Es una unión total. Por lo tanto el matrimonio es su única expresión posible; cualquier otra cosa se convierte en algo abortivo y dañino, porque la unión no puede ser total fuera del matrimonio.
El sexo con la persona equivocada siempre es dañino. Y lo más dañino de todo, de acuerdo a este pasaje, es el sexo con aquellos que nos son familia. Eso es de lo que Dios advierte a Su pueblo a continuación. Cuando el respeto apropiado de las limitaciones sexuales prescritas por Dios es ignorado, veremos que la barrera que nos protege de fuerzas invisibles que nos rodean es viciada y la invasión demoniaca puede ocurrir muy fácilmente. Esto es lo que destruye a una raza. Una nación comienza a desmoronarse. La sociedad se desborda. Sólo tienes que leer el capítulo uno de Romanos para ver como de inevitable es la descomposición y el deterioro.
Padre, gracias por la revelación de Tu verdad. Cómo va bajo el pensamiento superficial de mi día y liga juntas cosas que yo pensaría que son bastante discrepantes. Señor, ayúdame a entender esto, y habilítame para ser una isla de justicia en medio de un mar de iniquidad.
Fuente: Mensaje perteneciente al pastor Ray Stedman, derechos reservados raystedman.org