¿Está malgastando todo su tiempo y energía tratando de recibir algo de Dios? ¿Está buscando paz, alegría o sabiduría? ¡Pues tengo buenas noticias para usted! Usted y yo no tenemos que esforzarnos o fatigarnos para recibir algo de Dios. En vez de eso, tenemos que aprender a cómo cooperar con Él y dejar que lo que Él deposite en nuestro espíritu llegue a ser real en nuestras vidas.
La verdad es que, todo lo que necesitamos para desarrollar el carácter de Cristo ya es nuestro. Está en nuestro espíritu en forma de una semilla. 1 Juan 3:9 dice que como creyentes… La naturaleza de Dios habita en [nosotros] [Su principio de vida, el esperma divino, permanece permanentemente dentro de [nosotros]; y [nosotros] no podemos practicar el pecar porque [nosotros somos] nacidos de (engendrados por) Dios. Mientras más entendamos que Dios ha depositado todo lo que necesitamos dentro de nosotros, menos tendremos que esforzarnos y fatigarnos para tratar de recibir algo de Él. En vez de eso, podemos comenzar simplemente a creer en Él para desarrollar y soltar en nosotros aquello que necesitemos.
Fertilizados con la naturaleza de Dios
Cuando usted y yo aceptamos a Cristo en nuestras vidas, nos fertilizamos o embarazamos con la naturaleza de Dios—llevamos la semilla de la “semejanza a Cristo” en nuestro espíritu. Piense en esto. Dios es nuestro Padre espiritual. Él ha plantado la semilla de Su naturaleza, o ADN en nosotros. Todo lo que necesitamos para ser más como Cristo está en nosotros. Efesios 1:3 nos dice que El …nos ha bendecido con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo (NASB). A través del tiempo, mientras aprendemos a rendirnos a Él y a recibir Su gracia para las situaciones que enfrentamos, nosotros “crecemos” y comenzamos a vernos y a actuar como Él.
Somos nuevas criaturas en Cristo en el momento que nacemos de nuevo(1). Sin embargo, no comenzamos a caminar, hablar y actuar como Él de manera inmediata. Este es un proceso que dura tiempo. Por ejemplo, mi esposo Dave y yo tenemos una hija que se parece físicamente mucho a mí pero que actúa muy parecido a su padre. Ella tiene nuestra apariencia y nuestra naturaleza porque ella es nuestra hija. Ahora, cuando ella nació, no podíamos decir a quién se parecía. Pero al pasar el tiempo, mientras ella crecía, nuestro ADN empezó claramente a mostrarse en su apariencia y su personalidad.
Si usted y yo queremos ver que el fruto de la naturaleza de Dios su vuelva una realidad en nuestras vidas, entonces necesitamos alimentar la semilla divina que El ha plantado en nosotros. Así como la semilla en la tierra necesita agua y luz del sol para poder crecer, así mismo como creyentes, necesitamos con regularidad el agua de la Palabra de Dios y la “luz solar” de Su presencia para madurar en Cristo.
Creer es ver
En el mundo, las personas no creen tener algo hasta que no lo ven. La ley de la fe, es lo opuesto. Dios dice que nosotros tenemos que creer primero y después tendremos ¿Cómo podemos fortalecer nuestra fe para poder ver el fruto del carácter de Dios en nuestras vidas? Yo creo que mientras usted y yo ponemos nuestra mente en acuerdo con la Palabra de Dios, entonces vamos a vernos y actuar como nuestro Padre celestial.
Colosenses 3:1,2 dice que ya que hemos sido resucitados con Cristo, nosotros debemos…enfocarnos y buscar los [ricos, tesoros eternales] que están allá donde Cristo está… y colocar [nuestras] mentes y mantenerlas fijas en lo que está arriba (cosas mucho más grandes), y no en las cosas de aquí en la tierra. ¿Cómo podemos fijar nuestra mente en las cosas que son verdaderas? Yo creo que lo podemos hacer si memorizamos, meditamos, y confesamos lo que la Biblia dice. En vez de pensar y decir palabras negativas que traen desánimo, desesperación y derrota, deberíamos pensar y decir cosas positivas como, “El poder de Dios está en mí. Soy pacífico y paciente. Mayor es El que en está en mí que el que está en el mundo. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!”
Cuando yo comencé a caminar con Dios, luché mucho para obtener muchas cosas de Él. Luché por obtener paz y alegría porque esas eran cosas que nunca había tenido en mi vida. También batallé por obtener fe, paciencia, bondad, benignidad, etc. Finalmente me cansé de batallar y pensé que si cada bendición espiritual, que está en lugares celestiales era mía, entonces, yo las tendría. Entonces empecé a leer, escribir y a confesar la Palabra de Dios regularmente. Eventualmente, Su verdad se movió de mi cabeza a mi corazón y se transformó en la revelación que abrió mis ojos y transformó mi vida. Por primera vez, comencé a experimentar verdaderamente las bendiciones que estaban disponibles para mí en Cristo.
Ya sea que se trate de caminar en la realidad del amor que Dios tiene por usted, y sabiendo que lo puede hacer todo por medio de Cristo, o cualquier otra forma de bendición que Dios tenga para usted, cuando usted riegue lo que está en su espíritu con la Palabra, esto crecerá y las raíces se establecerán profundamente en su alma. El fruto del Espíritu—amor, gozo, paz, paciencia, templanza, etc. —está en usted. Tomará tiempo para que crezca y sea visible en su vida.
Así que siga regando la semilla de Dios con la Palabra. Continúe avanzando por el proceso de crecimiento, cediéndole a Dios mientras Él trata con usted y rehusarse a rendirse. No piense ni diga que usted necesita cosas como amor y paciencia. En vez de esto, diga, “yo tengo amor y paciencia. Ambos están en mí y yo voy a cooperar con el Espíritu Santo y voy a creer en la Palabra hasta que sean una realidad en mi vida.” Mientras las raíces de Su verdad lleguen más profundamente a su alma, el fruto de Su naturaleza crecerá y será más y más evidente que todos lo vean.
(1) Vea: 2 Corintios 5:17