Por Cindy Jacobs
Yo soy una de muchas generaciones a las que nos enseñaron más sobre nuestro caminar individual con Jesús que sobre cómo todos los creyentes somos un cuerpo. Solo a penas recientemente esta realidad sobre la iglesia se hizo más clara para mí. No quiero confundirlo, desde luego que entendía esta verdad en el pasado, pero no de la forma en que lo entiendo ahora.
A medida que el Espíritu Santo ha llamado mi atención a esta realidad, a menudo he pensado en los equipos Navales de mar, aire y tierra comúnmente conocidos como las fuerzas especiales de la Armada de los EE.UU (SEALs). Tengo un amigo que es miembro de estos guerreros de élite. Después de reflexionar estas verdades sobre el cuerpo de Cristo por algún tiempo, decidí contactarme con él. Yo sabía que los SEAL’s eran un grupo cercano de hermanos, así que quise indagar más a fondo. Lo llamé y mi primera pregunta fue, “¿Cómo los SEALs se ven e interactúan entre ellos? ¿Cómo logran ser una comunidad tan unida? ¿Qué implica su entrenamiento?
Su primer comentario fue, “La última persona en la que un SEAL piensa en sí mismo.” Permanecí en silencio para que el pudiera continuar. “Nosotros valoramos al hermano que está a nuestro lado más que a nosotros mismos. Nosotros nunca tenemos que cubrir nuestras espaldas, porque sabemos que nuestros hermanos SEALs lo harán”.
En ese punto el empezó a “predicarme”: “Si revisas el capítulo 6 de los Efesios, encontrarás que la armadura de Dios cubre toda la parte delantera de una persona, pero nada cubre la posterior. La razón es que Dios desea que cada uno de nosotros hagamos lo que los SEALs hacen, nos cubrimos la espaldas unos a otros – pensamos como una unidad, un cuerpo.
Si no operamos de este modo, solo tengo una persona cubriendo mi espalda: yo. Sin embargo, si todos funcionamos como un equipo, tengo a cada hombre de mi pelotón cubriendo mi espalda.”
El continuó, “Como parte de los SEALs, todo lo que hago es por el bien del hermano junto a mí. Creemos que esto es el corazón de nuestra razón de ser. Fuimos entrenados no para pensar en nosotros mismos como individuos, sino como una unidad. Aunque fuimos entrenados como expertos en diferentes áreas – explosivos, comunicaciones, francotirador, médicos, armas y más, funcionamos como una unidad. Nunca vamos a una misión con la mentalidad de, “alguno de nosotros, tal vez no regrese, o solo el 40% de nosotros tal vez lo logre. No, nuestra actitud es, el 100% de nosotros va a ir y el 100% regresará”.
Yo estaba cautivado por lo que él me estaba revelando. Eventualmente, pregunté “¿Cómo entrenan esta actitud en sus reclutas?”
“No puedes” el respondió. “El entrenamiento Básico de Demolición Submaria/ SEAL está considerado como el más riguroso y difícil entre los militares y es la razón por la que el 90% de los que se enlistan al programa SEAL renuncian o no lo superan. Lo que queda es una unidad de personas altamente capacitadas y completamente equipadas. Cada uno valora al hombre que está junto más que a sí mismo y está dispuesto a morir por una causa más grande que la de sí mismo.
Entonce el dijo, “John, si solamente la iglesia se comportara de este modo. ¿Qué pasaría?”
Tristemente, yo solo pude estar de acuerdo, Sin embargo, la verdad es que sí, tenemos el potencial para esto. Es una parte muy real de la naturaleza divina puesta en nosotros cuando nacemos de nuevo. Las prédicas y las enseñanzas que recibimos, que son nuestro entrenamiento, debería localizar esta actitud y desarrollarla. Pero si únicamente escuchamos una versión consumista de los evangelios, vamos a desarrollar algo malo – nuestra carne no redimida.
En gran parte esta es la razón por la que la iglesia moderna está del modo que está. Muchos de nosotros lo único que queremos es ser animados y alentados, en lugar de desafiados. Nos estamos perdiendo de tanto.
Mi amigo es un guerrero, sin embargo el percibió la debilidad de la iglesia en el tiempo moderno. Sabía que si un miembro de un pelotón de SEAL era débil,
transigía o había abandonado su puesto, todos los miembros del equipo sufrirían como grupo o morirían por la pereza o incompetencia de esa persona.
Lo que está arraigado en él es lo que necesitamos incrustar en nuestra psique como miembros del cuerpo de Cristo. Recordemos las palabras del apóstol Pablo:
“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. 4 Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás” (Filipenses 2:3-4)
Todos estamos en esto juntos. Cuidémonos las espaldas.
Cindy Jacobs es una conferencista internacional, destacada por su ministerio profético, de intercesión y milagros. Traducido por avanzapormas.com Fuente: messengerinternational.org/blog/john-devotional/whose-back-do-you-have