La justicia de Dios no es como la justicia humana. La justicia de Dios es perfecta y no se ve limitada por nuestros prejuicios o limitaciones. Cuando clamamos por la justicia de Dios, estamos pidiendo que su voluntad se haga en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

Tener la justicia de Dios en nuestras vidas significa que debemos vivir de acuerdo a sus mandamientos. Esto incluye amar a nuestro prójimo, perdonar a aquellos que nos han hecho daño y buscar siempre la verdad y la justicia.

Al meditar en los salmos que hablan sobre la justicia de Dios, podemos encontrar consuelo y esperanza en medio de la adversidad. Sabemos que, aunque el mundo pueda parecer injusto, Dios siempre está de nuestro lado y su justicia prevalecerá.

Oración: