«Querido Dios, hoy me acerco a Ti con humildad y agradecimiento, sabiendo que sólo en Ti encuentro la fuerza para enfrentar cualquier batalla espiritual. Me aferro a tus promesas y declaro con fe que los Salmos que nos has dado son poderosos instrumentos para la guerra espiritual. En el nombre de Jesús, oro para que me guíes a través de estos Salmos y me des la sabiduría necesaria para aplicarlos en mi vida diaria. Que tu presencia y tu amor me envuelvan siempre, y que mi corazón siempre esté dispuesto a alabarte y honrarte. Amén».