A menudo, tratamos de ganar la aprobación de Dios a través de nuestras acciones y logros, pero esto es imposible. Nunca seremos lo suficientemente buenos para merecer la salvación por nuestras propias obras. Pero la buena noticia es que no tenemos que hacerlo.

En lugar de eso, podemos confiar en la justicia de Dios y en su plan de salvación. Él nos justifica a través de nuestra fe en Jesús, quien pagó el precio por nuestros pecados en la cruz. No hay nada que podamos hacer para ganar la salvación, pero podemos aceptar el regalo de la vida eterna a través de la fe.

Esta verdad debe ser un gran consuelo para nosotros. No tenemos que preocuparnos por tratar de ser lo suficientemente buenos para Dios, sino que podemos descansar en su gracia y amor por nosotros.

A través de la fe en Jesús, podemos ser declarados justos ante Dios y tener la seguridad de la vida eterna.