Testimonios

Un loco para Dios. . . hasta Malí

“Y los envió a proclamar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos” (Lucas 9.2)

por Sandy Feit

El boletín de la iglesia formulaba la misma pregunta que mucha gente se había estado haciendo: “¿Por qué dejar un consultorio de cirugía pediátrica próspera y una hermosa casa, para mudarse con la familia a un país pobre y mayoritariamente musulmán?” Entonces surgía la respuesta: “Tiene que estar loco, o estar obedeciendo el llamado de Dios”.

Pero Jacksonville Chapel —la iglesia donde creció Daniel Kim— sabía que él no estaba loco. Y esa era la razón por la que el boletín anunciaba el apoyo entusiasta de la congregación al cirujano misionero, de 44 años de edad.

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Entonces, ¿por qué la familia de cinco personas dejaba atrás la vida cómoda que disfrutaba en los Estados Unidos? ¿Y por qué el Dr. Kim quiso pasar un total de dieciocho años preparándose como médico, en teología y en el idioma, para la mudanza? Porque él y su esposa, Julie, ambos graduados del Seminario Teológico de Dallas, sintieron el claro llamamiento a servir como misioneros, específicamente en un lugar no alcanzado para Cristo y desamparado desde el punto de vista médico.

Malí, África Occidental, tiene la tercera tasa de mortalidad infantil más alta del planeta, donde uno de cada nueve niños muere antes de cumplir el primer año de vida. Por lo demás, la esperanza de vida es de solamente 51 años. Es comprensible que los amigos de Kim, colegas de trabajo y conocidos, se preguntaran por qué cambió voluntariamente un estilo de vida por otro.

Pensemos en el calor, por ejemplo. La temporada de calor, que tiene temperaturas en el día de hasta 46 grados centígrados. En Estados Unidos, los hospitales tienen normalmente un clima controlado, y los quirófanos no tienen ventanas, tanto por privacidad como por visibilidad durante las intervenciones. Pero las puertas y ventanas de Koutiala están abiertas, lo que permite libremente que entren polvo, insectos y calor sofocante. El quirófano tiene una sola ventana, pero cuenta con uno de los pocos sistemas de aire acondicionado de la zona. Lo cual reduce la temperatura a 32 grados, que se siente fresca en relación con el exterior, pero que no ayuda a disminuir la acumulación de polvo e insectos.

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El clima, sin embargo, es un problema menor comparado con la falta de laboratorio de patología. Además, los suministros son tan limitados que los médicos a menudo tienen que arreglárselas con antibióticos y medicamentos de quimioterapia que no están bien adecuados a la condición del paciente.

La letanía de obstáculos continúa. En primer lugar, muchos bebés necesitan operaciones y ayuda para respirar los primeros dos días después de la cirugía; y sin la manera de reavivar y airear a los pacientes después de la operación, hay una alta tasa de mortalidad, incluso después de una operación exitosa. Y además, los fluidos intravenosos son escasos, y los pocos que hay disponibles deben mezclarse en condiciones no estériles.

Por supuesto, la sanidad física es solo un aspecto del problema y el propósito de servir en este campo misionero. Anunciar las buenas nuevas del evangelio en un país predominantemente musulmán no es fácil, pero la atención médica es un tema de conversación natural. También lo es el hecho de que un médico abandone una vida más fácil para servir al pueblo de Malí. Cuando Kim llegó, tenía 50 unidades de El Mensajero de En Contacto en francés, que le habían sobrado de sus meses de estudio del idioma en Francia. En poco tiempo, todos fueron distribuidos entre los más necesitados.

Cuando se enteró que El Mensajero de En Contacto podía producirse en el idioma nativo de la zona de Bambara, Kim pidió 500 unidades. “Todos los Mensajeros han sido entregados. Casi todos los días alguien pide más; yo podría regalar 500 en una semana. Cada pastor anhela profundamente tener uno”.

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Aunque puede ser difícil entablar una conversación espiritual con musulmanes, ellos escuchan de buena gana a El Mensajero. “Si pudiera tener un millón, los distribuiría en todo Malí”, dijo Kim. “No sé si la gente [de Estados Unidos] entiende lo que es El Mensajero de En Contacto. Para las personas de aquí es como el oro; es algo que les puede cambiar la vida”.

La casa de la familia es otro asunto que ha impactado a esta comunidad. Después de buscar diseños de viviendas para la vida en el trópico, Kim mandó a traer materiales para construir una estructura redondeada, estratégicamente ventilada para ayudar a que la casa no retenga demasiado calor. El proyecto ha construido no solamente una casa, sino también relaciones. Además de estar intrigados (no hay construcciones semejantes en la zona), a los malís les resulta alentador que el médico haya edificado un lugar para vivir, en vez de alquilar. Esto ha generado trabajos para algunas personas del lugar, pero lo más importante es que los aldeanos tienen cierta sensación de seguridad por tener al cirujano cerca.

Contar con un médico así no es un lujo; es una necesidad crítica, y Kim está realizando cirugías para afecciones que él nunca había tratado antes. A diferencia de los estadounidenses, los malís suelen tardarse meses antes de buscar atención médica. Como resultado, el proceso de la enfermedad o el daño puede estar bastante avanzado en el momento que un médico se involucra. Las quemaduras son un ejemplo común muy preocupante. En Malí, se cocina sobre el fuego en el suelo, poniendo en peligro a los niños que juegan cerca. Sin un tratamiento temprano, las quemaduras pueden tener complicaciones a largo plazo. Cuando las heridas cicatrizan y comprimen la piel, el movimiento muscular se dificulta. Kim vio a un niño pequeño cuya familia esperó medio año antes de buscar atención; en ese momento, las contracturas le mantenían el brazo torcido. Después que le fue retirado el tejido cicatricial, los injertos de piel restauraron el arco de movilidad del niño.

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En los Estados Unidos, los especialistas manejan los casos de urología, ortopedia y quemaduras. Pero sabiendo que él sería el único cirujano pediátrico del personal de Koutiala, Kim se preparó para tener un mayor repertorio quirúrgico. Antes de mudarse al extranjero, compró un manual electrónico para cada rama del campo. Ahora, gran parte de su formación proviene de la lectura, la comunicación por correo electrónico con amigos cirujanos plásticos, o simplemente con la práctica.

El doctor Ted Brand trabajó con Kim durante cinco años y observó cómo este “esmerado y tenaz trabajador” se preparó para desempeñarse como médico en un ambiente de pobreza y aislamiento. “Él estaba entusiasmado por hacer, ver y prepararse todo lo que pudiera —tanto para su propio provecho, como para el provecho de los niños bajo su cuidado— porque una vez que estuviera allí tendría que ocuparse de todo, prácticamente sin ninguna guía, directriz o ayuda”.

A pesar de todas las dificultades, ha habido triunfos. El equipo de Kim realizó la primera operación laparoscópica pediátrica no solamente de Koutiala, sino posiblemente de todo Malí. Y la combinación de extrema necesidad y escasez de suministros confirma el adagio de que “la necesidad es la madre de todas las invenciones”. La laparoscopia consiste en inflar la cavidad abdominal, pero Koutiala no podía obtener el gas de dióxido de carbono del grado medicinal requerido. Sin embargo, improvisar con un generador y un compresor de aire hizo que el procedimiento fuera un éxito.

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Kim puede ser el único cirujano pediátrico del hospital, pero uno no podría llamar exactamente a su posición una práctica en solitario. Aparte de los “milagros” más típicos —es decir, el tratamiento de quemaduras, tumores y malformaciones congénitas por medio de operaciones—también están las maneras inexplicables, sobrenaturales, con que Dios se hace presente. Por ejemplo, a un niño le fue extraído exitosamente un tumor de un riñón, pero la cirugía fue solo una parte del tratamiento necesario. “Por la providencia de Dios”, dijo Kim, “los únicos dos medicamentos de quimioterapia que tiene el hospital, eran exactamente los dos que [el niño] necesitaba”.

Otros resultados extraordinarios revelan cómo está el Señor tocando a los malís en Koutiala. Kim describió el caso de un paciente adolescente llamado Nouhoum: “Su tumor era una masa inmensa que había hecho erupción a través de la piel de su ingle. No sabemos cuánto tiempo lo había tenido, pero mi suposición es de un año, al menos. Se sentía muy desdichado —no sonreía; cojeaba por el gran tamaño del tumor. “Después de retirar la masa, que tenía el tamaño de un melón ­—la herida sanó por completo; Nouhoum camina ahora normalmente y sonríe todo el tiempo. Hace poco le dijo a su médico cuál había sido el aspecto más grande de su sanidad: Después de recibir un Mensajero de En Contacto, él y su padre entregaron su vida al Señor Jesucristo.

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En un lugar con bastantes obstáculos, los triunfos relacionados con la salud son estímulos vitales, como lo son también los avances espirituales de la pequeña comunidad cristiana. Ambos tipos de victoria explican la respuesta de Kim a ¿Por qué hizo lo que hizo? “Una pasión especial nos permitió dejarlo todo, y mudarnos a Malí. Nuestra pasión es simplemente predicar a Cristo, y el modo en que lo hacemos es por medio de una atención quirúrgica misericordiosa, capacitando a pastores, compartiendo el evangelio con pacientes y sus familias, y distribuyendo la Palabra de Dios en todo Malí”.

Lo que quiere decir que no está tan loco, después de todo. Fuente: encontacto.org/Revista/contenido.aspx?topic=Un_loco_para_Dios_hasta_Mali

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