La palabra de Dios es comparada por Jesús con una semilla. Mateo 13
Por Mario Serrano
“la parábola del sembrador” o “de los suelos” “Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. 2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. 3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto
porque no tenía profundidad de tierra; 6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. 8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. 9 El que tiene oídos para oír, oiga.”
Constantemente vemos creyentes que oran y piden por la intervención de Dios en sus vidas, pero siguen frustrados con sus resultados.
¿Por qué? Porque nunca han concebido sus milagros al no plantar la semilla de la Palabra de Dios en sus corazones.
Para ver frutos a través de la palabra de Dios, debes atesorarla en tu corazón por el tiempo necesario. Debes dejarla en el suelo por un largo tiempo. Algunas personas son como una mujer que quiere tener un jardín extraordinario.
Compra semillas de flores y plantas exóticas, pero nunca las coloca en tierra. Luego de un tiempo se sorprende de que su jardín no haya florecido y todo continúe como siempre.
Otros siembran la semilla, pero al otro día al no ver indicios de germinación, vuelven a desenterrar lo que embraron, y luego de unos días, lo colocan nuevamente en tierra y así sucesivamente destruyendo por completo la posibilidad de cosechar frutos. La semilla debe ser plantada y permanecer en tierra y cuidada el tiempo suficiente para poder ver resultados.
Algunas personas ponen la Palabra de Dios en sus corazones por un día o dos, pero si no ven frutos casi de inmediato, extraen la semilla a través de sus palabras y acciones y se preguntan por qué no funcionó.
Esta es precisamente la razón por la que la mayoría de las personas no ven que lo mejor de Dios se cumple en sus vidas. El Señor usó la comparación de Su Palabra con una ley de la naturaleza, que es inmutable.
Casi todos los sistemas creados por el hombre pueden ser engañados o manipulados. Sistema judicial, educativo etc.
Pero el proceso de siembra y cosecha no puede ser cambiado. El proceso de germinación de la Palabra de Dios en tu vida toma tiempo y no se puede evitar.
Santiago 5:7 enseña…”Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.”
La semilla es la Palabra de Dios y la tierra es nuestro corazón. Así como una semilla debe permanecer en el suelo durante el tiempo necesario para germinar, la Palabra de Dios tiene que permanecer en nosotros el tiempo suficiente, de lo contrario nunca producirá resultados.
Tienes que tener fe en que la semilla está haciendo lo que Dios decreto que debía hacer. No pienses que, puesto que Dios te ama, Él simplemente concederá tu pedido, independientemente de si pones en práctica el principio de la semilla o no.
Esta ley de la siembra y la cosecha opera en todas las áreas de nuestras vidas. Si plantamos la Palabra de Dios en nuestros corazones, y permitimos que germine y crezca hasta la madurez, cosecharemos fruto abundante.
Oremos asi:
Padre celestial perdóname sino no he atesorado tus palabras y promesas en mi corazón.
Cielo y tierra pasaran pero tus palabras no pasaran. Tu voz es confiable y la guardo en mi corazón hasta que de fruto
abundante. Mi corazón es buena tierra y dará fruto al treinta, sesenta y ciento por uno Quito toda ansiedad, duda, falta de fe e incredulidad de mi vida.
Pon guarda a mis labios y que mis declaraciones aporten y promuevan el crecimiento a la semilla sembrada en mi corazón. ,Recibo fe y paciencia para aguardar hasta obtener una cosecha abundante.
Recibo milagros, fortaleza espiritual, sabiduría y entendimiento, poder, virtud, salud, rejuvenecimiento y todo milagro financiero y familiar que este necesitando.
Pido, creo, declaro y recibo todo esto y mucho más, en el nombre de Jesús, amen.