¡Alabado seas Padre Eterno! ¡Alabado seas en los cielos y en la tierra! Tu poder es inmenso, sobrepasa nuestro entendimiento. Seas glorificado hoy y siempre, seas glorificado en los valles, en los montes, en las aguas y en toda la tierra.
Rey del universo, te doy gracias por tu protección, te doy gracias por tu soberanía, te doy gracias una y mil veces. Señor, eres la salvación y redención, seas exaltado porque manifiestas la plenitud de la existencia, porque eres la eternidad y como dice tu palabra:
“Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey sobre todos los dioses.” (Salmos 95:3 NVI)
Señor, tu creación te alaba y te honra, y en tu majestad imploramos tu intervención.
Cimentados en rectitud y justicia está tu trono, no toleras injusticia alguna. La verdad de tus designios es nuestra esperanza, y te pedimos Señor que obres a nuestro favor, que toda deslealtad sea alejada de nuestras vidas y toda maquinación de maldad sea anulada en nuestro camino, declaro hoy que se cumpla tu salmo 121 en su verso 3, en nosotros:
“No permitirás que nuestro pie resbale” es tu promesa, y la tomo para mi vida.
Jesús, Señor nuestro, nos has bendecido con tus enseñanzas y milagros, sea tu poder extendido por toda la tierra. Te pedimos Jesús, que nos redimas de cada circunstancia que nos ha traído dolor, frustración, pérdida e injusticia. Líbranos de las manos de nuestros enemigos, sean avergonzados todos los que deshonran tus mandamientos y que la mentira y el engaño sea destronada de nuestro corazón.
Has sido misericordioso y benevolente, que tu Santo Espíritu nos guíe a toda verdad y nos llene de su paz, gracias Señor, gracias por cada verso de tu salmo 97, como lo dice el 11:
“La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón.”
Ante Ti, Señor no hay más dioses, eres el único, el Todosuficiente, el que va delante de mi, trazando caminos de bendición, y me ayudas a llegar a lugares que otros no pueden llegar. Amado Rey, vivo cada día más convencido de que llegaste a mi vida en el momento indicado, el preciso para valorar todo lo que me otorgas.
Hoy canto como el salmista con los versos 6 al 11 de tu salmo 95, para que otras almas te sientan y anhelen entrar en tu Presencia:
Vengan, postrémonos reverentes,
doblemos la rodilla
ante el Señor nuestro Hacedor.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros somos el pueblo de su prado;
¡somos un rebaño bajo su cuidado!
Si ustedes oyen hoy su voz,
no endurezcan el corazón, como en Meribá,[a]
como aquel día en Masá,[b] en el desierto,
cuando sus antepasados me tentaron,
cuando me pusieron a prueba,
a pesar de haber visto mis obras.
Cuarenta años estuve enojado
con aquella generación,
y dije: «Son un pueblo mal encaminado
que no reconoce mis senderos».
Así que, en mi enojo, hice este juramento:
«Jamás entrarán en mi reposo».
Te doy gracias Padre amado, por haberme concedido dones, en los que tu Gracia y tu Favor me acompañan donde quiera que voy, gracias por enviar tus ángeles siempre a ir en pos de mí, y guardar celosamente mi camino, porque he visto cumplirse palabras como dice en los versos 3 al 6, del salmo 97 (NVI)
El fuego va delante de él
y consume a los adversarios que lo rodean.
Sus relámpagos iluminan el mundo;
al verlos, la tierra se estremece.
Ante el Señor, dueño de toda la tierra,
las montañas se derriten como cera.
Los cielos proclaman su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Gracias Señor, porque, aunque la senda ha sido espinosa, hoy, puedo decir que ya veo tu Gloria en todo su esplendor, que el alabarte y adorarte aún en medio de las pruebas más duras, me ha traído grandes recompensas. Gracias por permitirme heredarte amado Jesús, el Nombre que tiene potestad sobre todo nombre.