No dejes que la seducción del mundo y los placeres te engañen, porque el mundo y sus deseos pasarán, solo el que hace la voluntad de Dios vive disfrutando las bendiciones con verdadera felicidad.
1 Juan 2:17 (NTV) dice: “Y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada, vivirá para siempre.”.
Los fuertes deseos que nos seducen a consumar los pecados, son los que nos roban la revelación de la brevedad de la vida, ya que muchas personas terminan arruinando todo por un deseo pecaminoso. Aunque vivamos muchos años, nuestra vida es muy breve comparada con la eternidad. Todo lo que la carne nos impulsa a realizar para satisfacer deseos pecaminosos, es lo que lleva luego al arrepentimiento, al dolor y a la destrucción de lo que el Señor nos quiere dar. El mundo actual está lleno de sensualidad, seducción, fornicación, adulterio, perversión, vicios y adicciones que provocan cierto placer temporal, pero llevan a la perdición eterna. Deja a un lado y renuncia por completo a todo deseo de pecado que pueda llegar a arruinar muchas cosas en tu vida, enfócate en disfrutar los consejos de Dios para hacer su voluntad y vivir para siempre en gozo y felicidad.
Hagamos esta oración:
“Padre Dios, restaura todo mi ser, líbrame de lo vicios de la carne, renuncio ahora a los deseos pecaminosos que quieren gobernar mi vida y lléname con tu Espíritu para hacer tu voluntad, te lo pido en el nombre de Jesús. Amén”.