En Marcos 8.22-26, el relato de hoy, observamos a Jesús haciendo un milagro. Lo interesante de lo ocurrido aquí es que en el primer intento, no hubo una restauración completa y total en el ciego, este aún veía las cosas un poco distorsionadas. Aunque había un gran avance, la obra no estaba completa.
Jesús tuvo que proceder una vez más y así el milagro fue realizado en forma total.
En algunas ocasiones he observado que este principio de un segundo o un tercer intento hasta lograr nuestro objetivo, no es practicado. ¡Aun Jesús tuvo que intentarlo nuevamente!
Es común pensar que si Dios está en nuestro proyecto, sueño o emprendimiento, las cosas marchan y avanzaran sin complicaciones, es algunos casos es así, pero a veces la obra de Dios ha tenido que avanzar en medio de gran oposición y atravesando muchas dificultades, pero cada vez que los protagonistas del momento perseveraron, obtuvieron grandes logros. Hay innumerables ejemplos de personas que no lo intentaron una, o dos veces, sino infinidad de veces hasta lograr el resultado esperado.
Otras se desaniman simplemente porque las cosas no salieron o no tuvieron el impacto que ellos pretendían. No es que hayan fracasado rotundamente, más bien, los resultados no llegaron a la altura de las expectativas. A causa de ello se desaniman y no lo siguen intentando.
Hay una corriente de pensamiento equivocada que sostiene que las cosas deben fluir hacia nosotros sin ningún tipo de oposición. Cuando algo es de Dios para nosotros, vendrá sin ningún tipo de trabas, sin forzar las cosas.
En realidad hay infinidad de testimonios que aseguran lo contrario. Tal es el caso de la obra misionera mundial. A finales del siglo XIX, William Carey sintió el llamado a viajar a la India como misionero, para compartir la buena noticia de Jesús. Algunos pastores se mofaron, diciendo: «Joven, si Dios quiere salvar [a alguien] en India, ¡lo hará sin tu ayuda ni la nuestra!». No entendían el concepto de la co-participación.
Esta respuesta negativa llevo a William Carey, junto con otros Hombres con la misma carga misionera, a fundar la Sociedad Misionera Bautista. Fue considerado el Padre de las misiones modernas. Él dijo: «Espera grandes cosas de Dios; intenta grandes cosas para Dios». William Carey
Dios hace muy poco en la Tierra sin personas como nosotros. El principio que vimos en acción hoy, el de seguir intentando hasta lograr el resultado esperado, reviste gran importancia en la vida de un emprendedor, un soñador, un transformador de realidades. Pide a Dios la gracia para perseverar a pesar de todo. Levanta tu rostro, mira hacia adelante, inténtalo una vez más. Date otra oportunidad. ¡Tú sueño se hará realidad!
Mario Serrano