El libro de Nehemías 4:6 (NTV) en la Nueva versión internacional nos dice: “Continuamos con la reconstrucción y levantamos la muralla hasta media altura, pues el pueblo trabajó con entusiasmo”.
La raíz de la palabra entusiasmo tiene una revelación, esta palabra en su original griego significa: “inspiración divina”. Es por eso que cuando pierdes el entusiasmo en tu vida, has perdido la inspiración divina, porque has apagado en tu corazón al Espíritu Santo. Todas las cosas que tengamos que hacer debemos hacerlas impulsados desde la misma presencia del omnipotente, inspirados cada día por el Señor. Luego de estar en su presencia, en comunión, las cosas cambian, Dios te entusiasma, te anima, te motiva y te lleva a realizar acciones de fe.
El Señor se manifiesta con su vida y esa vida te mueve. El reino de Dios es un reino de continuo movimiento, lleno de la vida eterna, de la verdad revelada, del avance continuo y del progreso hacia mejores cosas. Por eso necesitamos estar renovados en su presencia continuamente. No me refiero a que si tenemos o no a Jesús en el corazón, sino al hecho de renovarnos en su presencia, que no es lo mismo; a darle lugar, a escucharlo y obedecerlo. Las grandes cosas siempre vendrán luego de un impulso de la mano de Dios. El impulso de su propia voluntad.
Muchas veces vivimos distraídos, apurados y preocupados por muchas cosas; tratando de resolver situaciones difíciles y nos olvidamos que tenemos de nuestro lado el mayor consejero, queremos resolver todo con nuestras fuerzas y nos cansamos. Las cosas las tenemos que resolver nosotros pero descansando sobre la fe en Dios. Quizás estés por enfrentar una situación difícil, pero Dios te promete que te dará sabiduría si se lo pides y que pondrá palabras en tu boca; y no solo palabras, sino fortaleza interior, valor y decisión para resolver todo conflicto.
Necesitamos renovación así como nuestro pan diario. Tenemos diferentes formas de recibir entusiasmo e inspiración divina. Por un lado debemos recibir por medio por personas y ministerios que Dios que nos enseñan a tener una vida victoriosa. Pero también es importante que recibamos directamente de Dios. Las dos cosas son igualmente necesarias. Si dependemos solo de que otros nos traigan una palabra estamos recibiendo siempre de forma “indirecta”. Debemos dar un paso más, e ir a la madurez para ser perfeccionados, y esto se logra teniendo una relación directa e íntima con Dios, sin intermediarios.
¿De que llenas tu vida?, ¿A que cosas le dedicas mucho tiempo?, ¿Cuando fue la última vez que le dedicaste un tiempo especial al Señor? Hay ciertos momentos que son claves para nuestras vidas, días determinantes, que debemos tomar decisiones y necesitamos del favor del Altísimo. El Señor es quién nos da el entusiasmo, que es la inspiración divina en nosotros.