Estudios Biblicos

Salmo 3 Con Explicación y Oración

A continuación leeremos el Salmo 3 en la Versión La Biblia de las Américas (LBLA). Luego haremos un comentario devocional y una oración final.

Salmos 3

Oración matutina de confianza en Dios.
Salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón.

¡Oh Señor, cómo se han multiplicado mis adversarios!
Muchos se levantan contra mí.

2 Muchos dicen de mí:
Para él no hay salvación en Dios.

3 Mas tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío,
mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
4 Con mi voz clamé al Señor,
y Él me respondió desde su santo monte.

5 Yo me acosté y me dormí;
desperté, pues el Señor me sostiene.
6 No temeré a los diez millares de enemigos
que se han puesto en derredor contra mí.

7 ¡Levántate, Señor! ¡Sálvame, Dios mío!
Porque tú hieres a todos mis enemigos en la mejilla;
rompes los dientes de los impíos.

8 La salvación es del Señor.
¡Sea sobre tu pueblo tu bendición!

Ahora veremos un comentario devocional del Salmo 3 escrito por Esteban Correa

Versículo 1 y 2

Este era un momento especialmente difícil para David, que estaba enfrentando una sublevación contra su gobierno, con el agravante que su hijo Absalón la comandaba.

Muchos del pueblo de Israel, se habían unido con Absalón en esta rebelión. El dolor y el deseo de venganza de Absalón por la violación de su hermana Tamar por Amnón, otro de los hijos de David, fue creciendo hasta convertirse en una sublevación contra el gobierno de su Padre, poco a poco fue convenciendo gente para que se opusiera al rey David así tomaría el poder con su propio ejército. David no pudo manejar este problema entre sus hijos y no logró que se sanarán o restaurarán, incluse venía de una decadencia moral al perder a su hijo por haber matado Urías el esposo de Betsabé, solo para quedarse con ella. En 2 de Samuel capítulo 12 se puede ver que todo lo que le sucedió a David fue consecuencia de sus pecados. Sin embargo decide buscar a Dios, aferrarse a Él, conociendo su misericordia y poder. Esto mismo nos debe alentar cuando creemos que no somos merecedores, cuando pensamos que por haber cometido ciertos errores, ahora Dios nos descarta y ya no nos quiere. David sabía que en el Señor se podía refugiar con toda tranquilidad y confiar en Él en este momento tan difícil.

Por otro lado ya tenía experiencia en este tipo de persecuciones cuando Saúl lo perseguía para matarlo, así que toda esa fe que había formado a lo largo de los años en su relación con Dios, hacían que ahora él tampoco confiase en su fuerza o ejército sino en el Dios de Israel, quién lo había llevado al trono, pero que ahora debía perdonar y extender su misericordia. También conocía que muchos se habían unido en esta traición y que pensaban que era el fin de David, que ni siquiera Dios lo podía librar.

Versículo 3 y 4

Esta es la declaración de fe y confianza que hace David en este difícil momento. No es una rogativa, ni una petición, sino una afirmación, es lo que Dios es para nosotros hoy:

“Mas tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío, mi gloria, y el que levanta mi cabeza”.

Cuando enfrentamos situaciones complejas y de peligro, debemos declarar como David que el Señor es nuestro escudo y quién levanta nuestra cabeza, no solo el Señor te protegerá sino que además te levantará como nunca antes, te restaurará de tus pecados y de lo que el enemigo quiera hacer en tu vida. Él es nuestro refugio en todo tiempo, declaremos esto con nuestra boca.

Y el versículo 4 declara: “Con mi voz clamé al Señor, y Él me respondió desde su santo monte”. David enfrentaba uno de los conflictos más difíciles de su vida, estaba teniendo consecuencia por pero aun así, la misericordia de Dios estuvo sobre el, porqué clamó y dice que Dios le respondió desde su santo monte. Finalmente Absalón murió y su sublevación fue frustrada y aunque David sufrió por la muerte de su hijo.

Versículos 5 y 6

El versículo 5 dice: “Yo me acosté y me dormí; desperté, pues el Señor me sostiene”. La mano poderosa y protectora de Dios es tan contundente que David dice haber descansado tranquilamente, porque el Señor lo sostenía. Cuando el Señor es nuestro sostén en el alma y el espíritu podemos estar bajo su cobertura, su inmenso poder y su glorioso Espíritu Santo te darán el descanso necesario.

El versículo 6 añade además que: “No temeré a los diez millares de enemigos que se han puesto en derredor contra mí”. David, al haber conocido a Dios de una forma tan íntima y con tantas experiencias, había logrado una fe y valor fuera de lo común, solo un hombre o una mujer que ha pasado por tantas pruebas y ha visto la mano de Dios obrar, pueden llegar a tener este nivel de confianza al decir que aún ante millares de enemigos no temerá.

Cuando conocemos a Dios en el espíritu, íntimamente, sabemos que Él está con nosotros. Tenemos una convicción tan profunda y real. Solo quienes tienen revelación y la fe de Dios pueden comprenderlo, por eso, nuestro desafío es enfocarnos en el Señor, en su palabra de verdad y poder, que nos libra de todo mal para alimentar nuestro espíritu hasta que estemos fuertes sobrepasando las tormentas en paz.

Versículo 7

David pide con indignación que el Señor se levante y le pegue a sus enemigos, es una oración de indignación, que sale de un corazón quebrado por la traición y la injusticia. Pero en esto David se postraba ante el Señor, sabía que solo podía vencer a los enemigos con su poder y con su favor. Proclamemos que el Señor es justo y nos hará justicia, porque si ponemos al Señor como el refugio de nuestros enemigos, É los detendrá.

Versículo 8

El reinado de David fue victorioso, próspero y glorioso entre las naciones, Dios lo escogió, no porque era habilidoso o fuerte guerrero, sino porque tenía el corazón lleno de fe y ponía a Dios en primer lugar. Era un adorador, su devoción al Señor era evidente en toda su vida, tenía algo en su corazón que lo hizo especial ante Dios. Tal vez la mirada del hombre sea en otro sentido, en algo más externo, pero Dios no evalúa las cosas cómo las evalúan las personas de este mundo, Él ve en lo más profundo de los corazones, y en David, vemos un ejemplo de esto, desechado por su propia familia, despreciado entre sus hermanos, pero fue el elegido de Dios para gobernar su pueblo.

Así sucedió incluso ante la mirada de un hombre espiritual como el profeta Samuel, que también se dejó llevar por su mirada externa, porque en lo íntimo creyó que Eliab, hermano de David, era seguramente el elegido, observando su estatura, su porte y demás, pero ante la mirada de Dios, esto es secundario, lo que para los hombres es primordial, para Dios es de menor importancia, por eso el Señor necesitó hablarle al profeta Samuel, cuando apareció Eliab, para corregir lo que creía, así lo dice en 1 Samuel 16:7

“Pero el Señor le dijo a Samuel: —No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón”.

David era victorioso porque antes de las batallas doblaba sus rodillas, clamaba y adoraba al Señor, pedía su dirección, esa era la clave, y aun cuando se equivocaba sabía que podía recurrir a Él. De esta manera entendemos más el corazón de David, que sabía que la verdadera salvación y victoria solo la puede dar el Señor, y termina el salmo diciendo: “La salvación es del Señor, sea sobre tu pueblo tu bendición”.

Hagamos ahora juntos una oración basada en el Salmo 3:

“Padre gracias porque me ayudas a que los enemigos no prevalezcan contra mi, y aunque ellos sean muchos, tu eres mi escudo, mi gloria y quien me sostiene y levanta mi cabeza”.

“Levanta ahora mi vida Padre Celestial, para que resplandezca tu gracia sobre mi y que todos los enemigos de mi alma sean avergonzados y derribados”

“Clamo a ti con mi voz y recibo tu respuesta, creo y espero tu respuesta que viene desde tu santo monte en este día”

“Tu me cuidas, me guardas y me das seguridad, me acuesto y duermo porque tu mano me sostiene”

“Cuídame Señor y Sostenme, asi reposo en paz y tranquilidad todos los días”

“No tengo temor a mis enemigos, no hay temor en mi corazón porque tú estás conmigo, me rodeas y me guardas de todo mal, estoy seguro sin temor en el nombre de Jesús”

“Levántate y rescatame Dios mio, salvame de todo mal y de toda maldición, que los enemigos de mi alma sean destruidos por tu poder y que la obra del diablo sea quebrantada”

“Que venga tu gran salvación sobre mi vida y familia, que tu bendición esté sobre mi y sobre todo lo abarca mi vida”

“Creo y recibo todo esto en el poderoso nombre de Jesús, Amén”

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